Se me ocurren muchas razones por las que merece la pena estudiar un nuevo idioma. Pero a juzgar por las conclusiones del artículo recién publicado por de Bruin, Treccani, y Della Sala (2015) en Psychological Science, tal vez deba tachar alguna de ellas de mi lista o al menos moverla más abajo. Durante los últimos años se ha hecho fuerte la idea de que el bilingüismo es una suerte de gimnasia mental que mejora diversas capacidades cognitivas, especialmente aquellas a las que se alude genéricamente con el nombre de control ejecutivo. Apenas puede uno abrir un volumen de cualquier revista de psicología sin encontrarse un artículo sobre el tema. Como no podría ser de otra forma, la idea se ha abierto camino rápidamente en la cultura popular y muy especialmente en el mundo de la educación. Los medios de comunicación también se han hecho eco de esta idea, con, por ejemplo, «¿Por qué los bilingües son más inteligentes?» (La Vanguardia, 2012), «El bilingüísmo mejora la atención» (El País, 2007) o «El bilingüismo protege el cerebro» (El Mundo, 2014).
El estudio de de Bruin y colaboradores nos sugiere que este entusiasmo podría ser prematuro. Ellos mismos confiesan que en ocasiones se han encontrado con resultados inconsistentes con la idea de que el bilingüismo confiere una ventaja cognitiva. Sin embargo, estos experimentos quedaban siempre guardados en el cajón y sólo los estudios con resultados positivos veían la luz en las revistas científicas. No es difícil ver que si otros equipos de investigación estaban haciendo lo mismo, la imagen del tema que se plasmaba en las revistas científicas podría estar terriblemente distorsionada. Este problema se llama sesgo de publicación: los estudios publicados no son representativos de todos los estudios disponibles y, así, la relación entre variables que uno encuentra en los publicados no coincide con la relación real.
Para calibrar las dimensiones del problema, de Bruin y sus colaboradores localizaron todos los trabajos sobre bilingüismo y control ejecutivo que se habían presentado en los congresos más importantes del área entre los años 1999 y 2012. Posteriormente clasificaron todos estos trabajos en función de si los resultados de los experimentos habían sido favorables a la hipótesis de que el bilingüismo confiere una ventaja cognitiva o no. Finalmente, comprobaron cuáles de estos trabajos se consiguieron publicar en alguna revista científica antes de 2014. Los resultados muestran que un 63% de los trabajos que habían encontrado efectos beneficiosos del bilingüismo se publicaron en revistas científicas, mientras que solo un 36% de los trabajos con resultados negativos llegaron a ser publicados.
Por si este resultado fuera poco claro, los autores también realizaron un meta-análisis con los datos de los experimentos que sí habían sido publicados. Una forma sencilla de saber si hay un sesgo de publicación selectiva, es decir, si tienden a publicarse preferiblemente resultados favorables, es dibujar lo que se conoce como un funnel plot. Es un sencillo gráfico donde se representa la relación entre el tamaño del efecto (intensidad de la relación entre bilingüísmo y beneficio cognitivo) de todos los estudios publicados y el error estadístico (precisión en la estimación de esta relación) de esos estudios. Sin entrar en detalles, si todo está bien en un área de investigación, este gráfico debería tener la forma de un triángulo simétrico, dado que los tamaños del efecto deberían ser más variables entre los estudios con mayor error estadístico. Sin embargo, como se puede ver en la gráfica que publican de Bruin y colaboradores, el funnel plot en este campo de investigación es claramente asimétrico. Hay unos cuantos puntos en la parte inferior derecha que representan estudios con un error típico muy grande y efectos muy grandes también. En principio, para que la figura fuera simétrica, debería haber algunos estudios parecidos en el lado inferior izquierdo. Sin embargo, esa área de la gráfica está totalmente vacía. Aunque esto no prueba nada, sí sugiere que los estudios que habrían caído en esa zona (estudios con resultados más negativos) no llegaron a abrirse camino en las revistas científicas.
Ante estos resultados es inevitable preguntarse si realmente conferirá alguna ventaja cognitiva ser bilingüe y cómo de grande será ese efecto en caso de existir. Es una lástima que de Bruin y colaboradores no hayan intentado estrujar más los datos de su meta-análisis para responder a esta pregunta. Existen técnicas, como el trim-and-fill, que permiten estimar cuál sería el tamaño del efecto después de corregir el sesgo de publicación. Pero, desafortunadamente, los autores no han querido recurrir a ninguna de estas técnicas.
En fin, no faltarán razones para estudiar un nuevo idioma o para querer que nuestros hijos crezcan hablando varios. Pero algunas de las que nos venían ofreciendo los medios de comunicación tal vez deban pasar al dominio de la ciencia ficción. O, al menos, esperar que en un futuro los estudios que vean la luz no se concentren principalmente en un mismo lado y podamos estimar con mayor precisión el posible efecto del bilingüismo.
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Manuel Cruz dice
Hay una heurística muy fácil, si el estudio lo pública un psicólogo, es papel higiénico.
Juan Ramón Barrada dice
Ya hemos crecido como blog: ya tenemos nuestro trol particular. Bienvenido a Rasgo Latente.
Guido Corradi dice
Señor Cruz, me gustaría verle en una situación comprometida sin papel higiénico en ese caso ; )
No me discriminen al papel higiénico que buen servicio nos hace 😛
Miguel Ángel Vadillo dice
Me temo que el problema es mucho más gordo en el mundo de la medicina y la biología. Sólo a modo de ejemplo: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15313553 y http://elifesciences.org/content/3/e04333
Telmo rojas dice
Solo se es bilingue cuando piensas en ambos idiomas al igual que en tu lengua materna. Solo entonces el bilingue sube su nivel de conocer y ayuda a mejor entender la cultura del pueblo cuya nueva lengua aprende
Guido Corradi dice
Aprender idiomas es precioso y necesario. Estoy muy de acuerdo con lo que dices : )
Un saludo y gracias por comentar
Juan Ignacio Pérez Iglesias dice
¿En ese análisis diferencian entre quienes son bilingües desde la primera edad (como mis hijos) de los bilingües que han aprendido en la escuela o más tarde (como un servidor)?
En algún lugar he leído que ese es un factor determinante.
Salud
I
Miguel Vadillo dice
Me temo que tu pregunta hila más fino que este estudio. Hasta donde yo veo, lo meten todo en el mismo saco. Esto es lo que ponen sobre los criterios de búsqueda: «We searched for conference abstracts on bilingualism and executive control in 169 conferences … organized between 1999 and 2012. The topics of these conferences included bilingualism, psycholinguistics, cognitive neuroscience, psychology, and psychiatry.» En realidad, ahora que sé más sobre sesgos de publicación y triquiñuelas del estilo, me gusta menos el artículo sobre el que escribí aquí. Pero no es el único estudio que siembra dudas sobre esta literatura. De hecho, aunque sigo el debate sobre la distancia, parece que el escepticismo empieza a ser más generalizado. Lo último que leí sobre este asunto apuntaba en esa dirección http://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0176151 La verdad es que mis conocimientos sobre el tema no llegan mucho más lejos.
Juan Carlos dice
Para una visión general de cómo está el tema: Albert Costa. «El cerebro bilingüe», que, por cierto, salen dos referencias suyas en el artículo del que hablas. Gracias.