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Especial Primer Aniversario: Retos y futuro de la psicología

enero 27, 2016 por Rasgo Latente 1 comentario

Hace un año nacía Rasgo Latente con el objetivo de llevar la psicología donde no estaba: al debate público y al cambio social. Nacíamos con incertidumbre, con entusiasmo y con pasión; pero, sobre todo, y esto lo sabemos ahora, nacíamos con suerte.  La suerte de teneros a vosotros, lectores exigentes, incisivos y generosos. La suerte de poder contar con un grupo de colaboradores de los que hemos aprendido cada uno de estos 365 días. La suerte de que, gracias a ambos, vamos creciendo como proyecto, como profesionales y como personas.

Por eso, para conmemorarlo, queríamos poner en marcha nuevos formatos. Hemos pedido a nuestros colaboradores que respondan a una pregunta nada sencilla: ¿cuáles son los retos y los futuros de la psicología?

Aquí tenéis sus respuestas. Haciendo click en los títulos podéis expandir los textos.

La ciencia a expensas de la tecnología – Roberto Colom

El futuro de la Psicología depende de su capacidad para responder a retos que solamente serán superados gracias a los avances tecnológicos. El siglo XXI se presenta apasionante, pero para avanzar debemos despojarnos de las pesadas alforjas que nos dificultan el paso. Simplemente debemos dejarlas en la cuneta evitando agonizar en discusiones estériles. Una buena teoría se deriva de una aguda observación. Y la tecnología nos permite ahora observar más y mejor. Es cada vez menos necesario preguntar para saber. Ahora podemos mirar y sistematizar. Después de confesar mis inclinaciones reduccionistas, me atrevo a predecir que el avance en nuestra comprensión de cómo funciona el cerebro de los humanos nos impulsará hacia una nueva dimensión en el entendimiento del objeto de estudio de la Psicología. Eso que nos hace humanos deriva de nuestros cerebros, porque en él confluye la acción del genoma y la telaraña psicológica que nos venimos procurando desde hace miles de años y a la que reconocemos con el nombre de cultura. Existe, indudablemente, una inteligencia colectiva de la que se sirve la humanidad para avanzar. Pero, no nos engañemos, esa colectividad intelectual necesita apoyarse en cada uno de los miembros. Comprender ese proceso, ese camino de ida y vuelta entre el individuo y la sociedad, es el mayor reto al que, en mi opinión, debe enfrentarse la Psicología. Y no me cabe duda de lograremos superarlo, siempre que, claro está, logremos evitar la extinción que nos acecha.

Roberto Colom

Remar juntos en la misma dirección – Irene Fernández Pinto

Desde mi punto de vista, uno de los retos más necesarios a los que se enfrenta la Psicología del siglo XXI es conseguir que los profesionales de los distintos ámbitos unamos esfuerzos y nos comuniquemos eficazmente entre nosotros. Actualmente es frecuente ver cómo cada área (neuropsicología, psicología diferencial, psicología social, psicología evolutiva, intervención psicológica…) utiliza sus propios conceptos y principios, ignorando o negando en ocasiones aquellos que proceden de otras subdisciplinas.

La Psicología es una disciplina amplia, menos joven de lo que a veces se sugiere, y que ha acumulado ya una gran base de conocimientos. Esta amplitud alberga conocimientos pertenecientes a niveles de análisis diferentes, lo que obliga a contar con distintos tipos de explicaciones que deben hacerse compatibles entre sí. El desafío consiste en delimitar con claridad estos niveles de análisis, en investigar sus nexos y en tender puentes de comunicación para que los conocimientos de cada subdisciplina no sean incompatibles, sino útiles para las demás.

Lo contrario, reconocer un único nivel de análisis o ignorar los conocimientos acumulados por otras áreas de la Psicología, no solo provoca un avance más lento de nuestra profesión, sino que genera una discordia poco constructiva. Esta situación solo beneficia a los enfoques pseudocientíficos que aprovechan nuestros desencuentros para cuestionar la cientificidad de nuestra disciplina o para afirmar que en Psicología “todo vale”.

Por ello, si bien el debate y el espíritu crítico son los pilares que sustentan el quehacer científico, un buen propósito para 2016 podría ser comprometernos con un mayor esfuerzo para entendernos entre aquellos profesionales que nos afanamos por dar respuestas científicas y eficaces a los problemas de nuestra sociedad. Solo así conseguiremos diferenciarnos cada vez más de las falsas respuestas que llegan de lugares incompatibles con la ciencia y con la responsabilidad social.

Irene Fernández Pinto

¡Abajo las divisiones! – Fabrizio Ferri-Benedetti

Si entráis en la página del Colegio Oficial de Psicólogos notaréis que en su apartado de «Áreas profesionales» menciona las mismas que se enseñan en la carrera desde hace décadas: clínica, industrial, educativa, deportiva, etcétera. Esta subdivisión es anticuada. Huele a gremio y a «no es mi faena», y acabará matando la psicología como profesión. ¡Echemos abajo esas divisiones! Los tiempos requieren que el psicólogo salga de los roles que se construyó en una época desconectada e intervenga en áreas tan dispares como el diseño de videojuegos, las finanzas o la seguridad informática. Debe empezar a hablar con otros profesionales y a llevar la psicología y su nivel explicativo más allá del laboratorio. Esto no solo requiere que el psicólogo se arme de valor, sino que también amplíe conocimientos y aprenda a comportarse como un científico fuera de la universidad. Y de paso, como sugiere el pobre diseño del sitio del COP, que aprenda a comunicar a un público más amplio. ¿Utopía? No. Solo hay que repetir la hazaña de Pinillos, pero adaptada al siglo XXI. Es difícil, pero no imposible.

Fabrizio Ferri-Benedetti

Psicología y sexualidad: Un vínculo con mucho potencial – Ángel Castro Vázquez

En primer lugar, me gustaría felicitar a los compañeros de Rasgo Latente por este primer año de existencia y de divulgación. Creo que hacen un trabajo muy necesario, dando difusión a nuestra ciencia y relacionándola muy acertadamente con la actualidad. Puedo destacar muchos retos y desafíos con los que se encuentra la psicología en relación a mi campo de investigación, que es la sexualidad. El principal probablemente sea incidir, a través de investigaciones y de la posterior divulgación de sus resultados, en las variables que pueden influir en que no disfrutemos de la sexualidad. Temas como la emisión de conductas sexuales de riesgo, la vulnerabilidad ante las infecciones de transmisión sexual, la victimización (y la agresión) sexual, o el funcionamiento y la satisfacción sexual, tienen un alto contenido psicológico. Por eso deben ser estudiados desde la psicología y no desde otras disciplinas. Y por eso los resultados que se obtengan deben ser difundidos, tanto a la comunidad científica como a la población general, ya que no podemos olvidar que trabajamos con personas y que, si así lo desean, debemos darles la oportunidad de entender lo que les pasa. Eso es lo que nos está permitiendo hacer Rasgo Latente… ¡Y que dure! ¡Mucho ánimo!

Ángel Castro Vázquez

Humanos y máquinas – Javier Díaz Sánchez

En el ámbito de la psicología surgen nuevos retos e incógnitas asociados al desarrollo tecnológico. De hecho, constantemente el ser humano pretende expandir sus capacidades a través de las máquinas. Lo paradójico es que a su vez diseñamos a las máquinas para que se parezcan cada vez más a nosotros lo que nos lleva a plantearnos si en un futuro no muy lejano éstas serán mejores que los humanos. En cualquier caso, tenemos ante nosotros nuevos interrogantes. Por ejemplo, si la tecnología logra amplificar nuestras funciones cognitivas ¿cómo afectará eso al comportamiento, a la personalidad y al desarrollo de ciertas patologías psiquiátricas? Por otro lado, a partir de la exploración de la mente humana, la contribución desde la psicología y la neurociencia ya se está concretando en que se diseñen mejores interfaces mente ordenador, en nuevas aplicaciones terapéuticas basadas en la tecnología, etc. pero ¿qué papel jugaría la psicología si se lograsen desarrollar máquinas dotadas de inteligencia artificial (con conciencia propia)? ¿y si estas máquinas se pareciesen tanto a los humanos como los replicantes de Blade Runner? ¿Cuál sería nuestro grado de empatía hacia estos replicantes? ¿Cómo nos afectarían estos robots en el plano emocional y relacional? Aún está por ver que sea posible desarrollar estos sistemas avanzados de inteligencia artificial pero éstas y otras cuestiones ya están en la órbita de la investigación en psicología.

Javier Díaz Sánchez

Transferencia y difusión – Alberto Ortega Maldonado

La práctica profesional y la investigación científica en ​Psicología actualmente viajan por caminos demasiado separados e inconexos. Es imprescindible establecer puentes de transferencia de resultados científicos desde la Academia hasta los profesionales. Para ello es necesario atender a las necesidades de la población y de los profesionales respecto a temáticas a investigar, e incrementar la investigación aplicada en estos temas​. Además, es fundamental concienciarse de la importancia de la difusión de los resultados de investigación no solo al público académico, sino a los profesionales aplicados y a la sociedad en general​, no únicamente a través de formación, sino mediante congresos para investigadores y profesionales, y el empleo de canales de comunicación específicos​. De esta forma se podrá mejorar la calidad de las intervenciones y el servicio que desde la Psicología se brinda a la sociedad, y se potenciará una de las finalidades ​en las que se basa ​la Universidad: generar soluciones para mejorar la vida de los ciudadanos.

Alberto Ortega Maldonado

Ni que fuéramos adivinos – Albert Flexas

Siempre que me planteo el futuro de la psicología me siento como un falso brujo que pretende tener poderes de adivinatoria. Un vidente, que se dice. Quizá es porque el período en el que yo estudiaba la licenciatura fue aquella época fatídica en que parecía que la psicología quedaría relegada a pseudociencia, al menos en su vertiente clínica. Uno iría al psicólogo como aquel que va a un curandero. Y, oye, si funciona…

Hoy parece que la situación legal de la psicología es algo mejor de lo que se preveía. Será que no somos buenos videntes. Mi pregunta es: ¿somos buenos psicólogos? Para la sociedad, que no acaba de entender para qué servimos, a menudo estamos tan mal vistos como los curanderos. Yo jamás he querido ejercer como psicólogo clínico. Me refugio en el laboratorio, tras mis investigaciones, y en las aulas, ante mis alumnos. No veo pacientes porque no quiero tener la vida mental de la gente en mis manos. Es mucha responsabilidad.

Esto ni se lo plantean la mayoría de mis alumnos. Creo que los futuros psicólogos no se dan cuenta de la importancia que tiene esta profesión. Y me atrevería a decir que ni en medicina se plantean estas cosas. Pero etiquetas a parte, creo que el futuro de todas las profesiones sanitarias pasa por tomar conciencia de la importancia de estudiar, de comprobar las cosas científicamente, y sobre todo, de actuar con la máxima responsabilidad. Todos. Desde el clínico hasta el divulgador.

Por eso me alegro de que exista un blog divulgativo responsable, este Rasgo Latente a través del que discutir cualquier tema con el rigor que se merece. Hoy cumple su primer aniversario. Y que sean muchos más.

Albert Flexas

Reaprendizaje – Carlos Moratilla Díaz

Podría empezar diciendo, si los puristas me los permitís, que lo que más necesita la Psicología es destruirse y volver a nacer, convirtiéndose en otra cosa. Pero haré como que no lo he dicho y trataré de ser constructivo a sabiendas de que dentro del comentario jocoso siempre hay un toquecito de verdad.

La Psicología actual está llena de retos y metas que alcanzar en los próximos años. Creo que podemos decir sin equivocarnos que esta ciencia sigue avanzando lenta, tosca y a veces parsimoniosamente. Es una ciencia que se desarrolla en una constante crisis epistemológica que, paradójicamente, es lo que parece constituir el motor que la hace rodar.

La Psicología ha conseguido aportar explicaciones válidas y más o menos duraderas a lo que hace que los organismos se comporten como lo hacen. También ha conseguido desarrollar herramientas tremendamente útiles, no sólo para aliviar el sufrimiento de las personas, sino en términos más amplios, facilitar su aprendizaje y adaptación a las exigencias de los contextos con las que estas interaccionan.

Pero también la Psicología sigue teniendo una serie de problemáticas o retos que aún no se han conseguido resolver. El primero de ellos, pienso, sería cerrar el debate que gira en torno a cuál es su objeto de estudio. Algo que debería derivar en una mejora conceptual respecto a qué es eso que llamamos Conducta.

Además, otro de los retos a los que los psicólogos nos enfrentamos es el de reaprender que la unión entre la Psicología básica y la Psicología Aplicada es necesaria e imprescindible. En este sentido, los procedimientos y técnicas que se utilizan en contextos aplicados no pueden si no haber salido de ámbitos de investigación, habiendo pasado por los filtros de seguridad y efectividad esperables en algo que va a ser aplicado por y sobre personas. Y de forma inversa, el ámbito básico necesita de las aplicaciones para seguir generando investigación y conocimientos tal vez algo más ecológicos de lo que es la conducta en contexto –-valga la redundancia–.

Por tanto, los mayores retos a los que se enfrenta la Psicología tienen que ver con seguir avanzando en su desarrollo conceptual, con apostar sin ningún tipo de fisura por el desarrollo científico de aplicaciones y con poner medidas (y aquí los Colegios profesionales tienen mucho que hacer) para evitar la atracción y el desarrollo de pseudociencias, en lo que parece haberse convertido en un mal demasiado frecuente dentro de nuestra disciplina.

Carlos Moratilla Díaz

Nuestra presencia en Salud es ya innegable, ¡es hora de filtrar! – Marta Redondo

Agruparé en tres áreas los restos que yo marcaría en la Psicología de la Salud, mi ámbito fundamental de trabajo.

En investigación hay una potente línea consolidada ya sobre las variables psicológicas que suponen factores de riesgo en un buen número de enfermedades médicas. Sabemos cuáles son, cómo se comportan en estas poblaciones, incluso a qué elementos de la enfermedad afectan. Sería importante buscar instrumentos sencillos, cortos, pero potentes, para integrarlos en los protocolos médicos junto con los que ellos usan habitualmente en sus evaluaciones y seguimientos. Estar en sus bases de datos sería un avance. Además, la parte de intervención tiene aún muchas lagunas. Se hacen programas de intervención en variables psicológicas en un buen número de enfermedades, pero hay poca investigación sólida al respecto, no hay grupos control, pocos datos de seguimiento, de las técnicas que se usan, cómo, su eficacia diferencial, etc.

El segundo reto tiene que ver con la información que llega a los pacientes. Especialmente en Salud, su vulnerabilidad hace que “compren” todo, que busquen agarrarse a lo que sea, lo que convierte esta área en un perfecto caldo de cultivo para pseudociencias y vendemotos. ¡Ojo! De fuera de la profesión y de dentro. Además de denunciarlo, toca contrarrestar saliendo del laboratorio y dedicando tiempo, aunque no valga para nuestros CV, a divulgar en condiciones. Lo están haciendo por nosotros otros, poco rigurosos, pero con mucho tiempo y habilidades de venta.

Y, finalmente, cada vez se nos demanda más la formación a profesionales (médicos y enfermeras) para mejorar sus habilidades de comunicación con los pacientes, sustentados en los datos que hay sobre el impacto de esto (motivación y emoción) sobre la adherencia, afrontamiento y evolución de distintas enfermedades.
Investigación, difusión y formación, nada nuevo bajo el sol, vamos, pero mucho por hacer.

Marta Redondo

Conquistar nuestro espacio – Guido Corradi

Cuando pienso en el futuro de la psicología, pienso en los momentos de mi vida cotidiana en los que digo «aquí hace falta un psicólogo». Mi deseo es que tomemos nuestro espacio: donde hay personas hay un psicólogo que puede aportar algo. Y no solo es un deseo basado en mi creencia de que la psicología tiene mucho que aportar, también es un deseo de conectar nuestra ciencia con la sociedad. Se dice que cuando no haces política, te la hacen. En mi versión de la frase, cuando no haces ciencia te hacen pseudociencia. Si no tomamos los espacios y aportamos de la manera más honesta que se pueda –es decir, usando criterios científicos– nuestras prácticas, se ubicarán en esos puestos personas que posiblemente no ofrezcan atención e información de calidad.

«La psicología está en todo, pero no del todo». Es hora que tomemos posiciones donde podemos –y debemos– ser útiles.

Guido Corradi

Qué nos está reclamando la sociedad – Iria Reguera Vigo

Os voy a confesar la verdad: llevo días intentando buscar la manera de escaquearme de escribir este texto. ¿Por qué? Os preguntaréis. Bueno, vale, tal vez no, pero yo os lo voy a contar: no me siento preparada para dar una opinión sobre el futuro de la psicología. Si no soy capaz de hacer una predicción sobre mi propio futuro, ¿cómo voy a hablar del futuro de toda una ciencia? “Céntrate en tu área” me han aconsejado voces más sabias que la mía.

Pues eso voy a hacer, pero no porque me sienta más capacitada, sino por simplificar la tarea. Mi área es la Psicología Social y Comunitaria y yo sospecho (ya veis que tengo pocas certezas) que su futuro pasa por cambiar el “¿qué nos interesa a nosotros?” por el “¿qué nos está pidiendo la gente?” “¿cómo podemos ser útiles a la sociedad?” Y, sobre todo, “¿cómo podemos hacerlo de una manera responsable?”.
Una de las cosas que he aprendido como psicóloga comunitaria es a prestar atención a las necesidades autoinformadas de la comunidad con la que trabajamos: ¿qué creen ellos que necesitan? Una vez que lo sabemos, es cuando debemos empezar a trabajar en cómo ofrecérselo, de una manera adecuada y rigurosa. Considero que el futuro de la Psicología Social depende de que hagamos ese mismo trabajo: descubrir qué nos está reclamando la sociedad e intentar dárselo de la manera más responsable posible. Esto pasa por hacer una Psicología Social más rigurosa y científica. Pasa por clarificar conceptos y hacer un uso riguroso de la metodología. Pasa, en definitiva, por que investigadores y teóricos trabajen (trabajemos) conjuntamente por el bien común.

SI habéis llegado hasta aquí, os felicito por la paciencia, y una vez más os advierto: este es sólo mi punto de vista y mi punto de vista es el de alguien incapaz de predecir qué va a querer comer dentro de dos horas. No digáis que no os avisé.
Iria Reguera Vigo

Mejorar la ciencia – Miguel Ángel Vadillo

Según los resultados de un artículo reciente, aproximadamente la mitad de la investigación biomédica es irreproducible, lo que supone un desperdicio anual de unos 28.000 millones de dólares solo en Estados Unidos. La psicología no escapa de este infortunio, tal y como lo demuestran los resultados del célebre estudio sobre la reproducibilidad de la ciencia psicológica. Sin embargo, algunas de las iniciativas más valiosas para poner remedio a esta situación vienen precisamente de nuestros compañeros de disciplina. Algunos ejemplos notables son la Peer Reviewers’ Openness Initiative, la decisión del Journal of Experimental Psychology: General de aceptar réplicas de experimentos previos o el lanzamiento de nuevas secciones con estudios pre-registrados por parte de Perspectives on Psychological Science y Cortex. El gran desafío de la psicología para los años venideros es precisamente no perder su posición de vanguardia en el movimiento hacia una ciencia abierta, reproducible y colaborativa

Miguel Ángel Vadillo

La Historia del futuro de la psicología – Javier Jiménez

Hay una vieja idea que dice que «el futuro influye más en el presente que el pasado«. Yo no diría tanto, pero tampoco diría menos. Las trayectorias que seguimos son dependientes de las decisiones que hemos tomado, sí; pero esas decisiones (en el pasado y el presente) dependen mucho del futuro que tenemos en la cabeza.
Perdonen que me ponga cabezocentrista, pero es que la gente que se ha dedicado a la psicología ha tenido muchas cosas en la cabeza. No sé. A Freud le daban miedo los helechos y el número 62; Pavlov financió sus investigaciones vendiendo jugos gástricos embotellados y Skinner disfrutaba montando numeritos falsos en los congresos académicos a los que acudía. Un sindios, vamos. Con todo, en medio de ese cacao de neuronas disparando y estímulos reforzando, se puede apreciar como, de una forma u otra, el futuro de la psicología ha influido en ella mucho más que su historia. Aunque sólo sea por el hecho de que historia, lo que se dice historia: teníamos muy poca.

Fue la promesa de una psicología científica lo que, en 1931, hizo que Skinner no abandonara las ciencias del comportamiento. Fue la esperanza de dar una respuesta al sufrimiento de los niños con los que trabajaba en la SPCC lo que motivó a Carl Rogers a buscar que las personas fueran en el centro de la psicoterapia. Fue el sueño de una psicología más moderna lo que impulsó a los asistentes del simposio del ‘Special Interest Group in Information Theory’ de aquel 11 de septiembre de 1956 a llevar a cabo la Revolución Cognitiva. Y así podría seguir y seguir y seguir. Y es que no fue el pasado lo que hizo que Germain, Yela, Pinillos y otros tantos fundaran la SEP y se empeñaran en rescatar una psicología digna de ese nombre para España. Fue el futuro, siempre el futuro.

Porque la respuesta a cuál es el futuro de la psicología, como siempre, ya se ha dado. Se dio en una conferencia en 1909 en la Universidad de Clark. Williams James pasó la mano sobre el hombro de un joven Ernest Jones y le dijo: «El futuro de la psicología pertenece a tu trabajo». A nuestro trabajo. Que no se nos olvide.

Javier Jiménez

Ser científica, llegar a quien la necesita – Juan Ramón Barrada

La mayoría somos poco mejores que el azar pronosticando el futuro. Hace unos veinte años yo estaba entre quienes creía que los teléfonos móviles eran un capricho inútil sin opciones para una amplia implantación. Así que les ahorraré mi visión sobre el futuro de la psicología. Prefiero centrarme en dos retos, con una mirada desde los números.

1.- La sociedad en general no valora la Psicología como conocimiento de carácter especialmente científico. Tampoco quienes más saben de ciencia.
En el Informe Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología 2014, cuyos datos están libremente accesibles desde hace unos pocos días, se pregunta sobre la valoración del nivel de cientificidad de varias áreas, entre ellas la Psicología. Se emplea una escala desde 1 = Nada, en absoluto científico hasta 5 = Muy científico. También se administra una pequeña escala de conocimientos sobre ciencia con 12 preguntas de verdadero-falso como «El Sol gira alrededor de la Tierra». Estos son los resultados de cruzar estas dos preguntas. (He agrupado los resultados para de cero a tres respuestas correctas por ser muy pocos los casos por cada valor).

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No quiero repetirme en exceso con respecto a lo que planteé en un post previo. La imagen social de la Psicología no es especialmente positiva y no mejora con mayor formación científica. O bien el trabajo cotidiano de los psicólogos no nos hace merecedores de mejor valoración (malo) o no hemos sabido transmitir el valor de nuestro conocimiento (malo).

2.- Quienes presentan un alto nivel de malestar mental no acuden a especialistas en salud mental.
En este caso los datos provienen de la Encuesta Europea de Salud en España 2014. Por un lado se evalúa la sintomatología depresiva-malestar mental con el PHQ-8 (este cuestionario, excepto la última pregunta). El PHQ-8 es un instrumento con muy buenas propiedades para la evaluación en población general. A través de él se establece el nivel de sintomatología depresiva desde ninguna hasta grave. Por otro lado, se pregunta a los entrevistados si han visitado un psicólogo, psicoterapeuta o psiquiatra. Aquí la representación gráfica de cruzar ambas variables.

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Como cabe esperar, a mayor nivel de sintomatología, mayor probabilidad de haber acudido a un especialista en salud mental. El drama, el gran drama, es que entre quienes presentan un nivel grave de sintomatología únicamente en torno al 30% han visitado a un especialista. ¿No pueden? ¿No quieren? ¿No lo consideran útil? ¿No saben de su existencia y posible aportación? Cuesta pensar en alguna posible explicación que no suponga una seria desatención de las personas con problemas de salud mental. Eso supone mayor sufrimiento para esas personas y un riesgo importante de cronificación.

Me temo que este poco alcance de la Psicología hacia quienes la necesitan, en este caso la clínica, bien puede estarse dando en otros campos de nuestra disciplina. Queda, por tanto, mucho trabajo por hacer.

Juan Ramón Barrada

Separar el polvo de la paja – José César Perales

Desde mi época de estudiante hasta hoy, la Psicología ha experimentado una trasformación radical, quizá no justamente apreciada. Aunque sigue habiendo orientaciones distintas, y fuertes disputas conceptuales internas, el resto de las Ciencias han acogido en su hogar a la Psicología y los “paradigmas” ya no son territorios estancos e incomunicados entre ellos. Más allá de las interpretaciones, la Psicología académica ha entendido que la única forma de avanzar es basar la teoría y la práctica en la mejor evidencia disponible. Sin embargo, encauzar ese avance implica dos dificultades, ninguno de ellos exclusivo de la Psicología.

La primera, afianzar qué cuenta, y qué no, como evidencia. El avance de la Psicología pasa no tanto por añadir, sino por cribar el exceso de datos. En otras palabras, pasa por aplicar criterios de calidad metodológica e interpretación de los resultados más estrictos, que permitan mejorar la reproducibilidad de los resultados y atar en corto las inferencias que se hacen a partir de ellos.

La segunda, desarrollar una tecnología que esté firmemente anclada en la evidencia, esto es, avanzar hacia la existencia de una ingeniería conductual, en contacto con la Economía, la Medicina, y las Ciencias Políticas y Educativas, que sirva de base a intervenciones sobre personas y sobre grupos, en su propio beneficio. Eso, aunque nos cueste trabajo, pasa por una condición, des-ideologizar, eliminar (en la medida de lo posible) los sesgos que nos impiden poner la eficacia por encima de nuestros propios prejuicios, por muy políticamente correctos que sean éstos.

José César Perales

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Acerca de Rasgo Latente

Blog de Psicología para el debate público y el cambio social.

Comentarios

  1. Pedro Luis Valero Valls dice

    enero 27, 2016 a las 12:16

    La suerte la tiene un servidor: lo que estoy aprendiendo con este blog…
    Muchas gracias y enhorabuena a Rasgo Latente!!!!

    Responder

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