No es la droga.
Cuando se trata de drogas, es muy común observar cómo el foco de atención principal de la mayoría de los discursos se centra en el fenómeno de la adicción. Esto no sólo es frecuente en los medios de comunicación. Tanto en contextos académicos como clínicos y experimentales, se ha convertido a la adicción en la protagonista principal de la historia de las drogas.
Buena parte del discurso actual sobre adicciones gira en torno a dos aspectos. El primero de ellos, la droga. Es obvio, sin drogas no es posible desarrollar una adicción a las drogas. El segundo, la acción de estas drogas en el cerebro. Sí, parece que el cerebro — y el enfoque biologicista sobre el que se sustenta su explicación– es necesario y suficiente para explicar el desarrollo de la adicción.
Pero, ¿hasta qué punto ambas afirmaciones son correctas? ¿La adicción es un viaje de ida sin vuelta en la que una sustancia psicoactiva altera el cerebro de tal forma que no hay regreso? Pese a los intentos de algunos teóricos por crear representaciones ciertamente novelescas, como aquella metáfora que cuenta cómo las sustancias psicoactivas secuestran el circuito de recompensa del cerebro (Flores y Fernández, 2011; Becoña y Cortés, 2011), nosotros proponemos realizar una mirada integral al fenómeno de la adicción basada en el modelo biopsicosocial o bioconductual (Secades-Villa, García-Rodríguez, Fernández-Hermida y Carballo, 2007), aun a sabiendas de que para establecer el peso de cada uno de los factores propuestos, la generalidad no sirve. La única forma de poder explicar el mantenimiento de una conducta adictiva es atendiendo al caso del sujeto particular y las circunstancias históricas, contextuales y culturales que rodean su consumo de drogas. De otra forma, caeríamos en un reduccionismo poco útil para explicar un fenómeno complejo.
1. La droga.
Es cierto, sin consumo de drogas es imposible desarrollar una adicción a las drogas. En este sentido disponemos de algunas evidencias que nos sugieren que dada la farmacocinética y la farmacodinámica de cada una de las sustancias, existirían preparaciones y vías de administración con mayor potencial para desarrollar dependencia y, por lo tanto, síndrome de abstinencia. Recordemos que el síndrome de abstinencia es uno de los factores de riesgo más importantes para explicar el mantenimiento de una adicción, ya que la autoadministración de droga, en este caso, tendría funciones de escape del malestar que genera el síndrome, y por lo tanto quedaría reforzada negativamente manteniendo así dicha conducta.
Formas de administración que generan sensaciones intensas de placer – flash en el argot heroinómano (Hidalgo, 2007) – pero que duran poco, tendrían mayor potencial de generar consumos compulsivos y más frecuentes. Estas vías de administración, generalmente, son la intravenosa y la fumada.
Sin embargo, ni la vía de administración ni la droga son suficientes para explicar el desarrollo de una conducta adictiva. Por ejemplo, existen estimaciones que señalan que, de todas las personas que se inician en el consumo de diferentes drogas, solo una pequeña parte de ellas termina desarrollando una adicción (Frenk, 2002). ¿Por qué, si se trata de la misma sustancia y la misma vía de administración?
Esto nos sugiere que podemos sacar perfiles generales acerca del potencial adictivo de una sustancia, pero que esta información no nos servirá para predecir el desarrollo de los acontecimientos en casos particulares de personas que se inician en un consumo de drogas determinado.
2. El sujeto.
Hablar del sujeto o persona que realiza la acción de consumir una sustancia psicoactiva supone aceptar la complejidad a la que nos enfrentamos a la hora de conceptualizar la adicción. No solo porque el sujeto es un organismo biológico complejo sino porque, además, posee unos patrones de comportamiento que es necesario estudiar.
En esta categoría podrían incluirse un conjunto de elementos que no sólo interaccionarán entre sí sino, para mayor complicación, también con los elementos de las otras categorías. Comprendemos que las explicaciones causales son mucho más seductoras, fáciles de entender y parecen corresponderse con mayor afinidad a un modelo típico de ciencia. Sin embargo, no toda explicación dentro de la ciencia de la conducta es de tipo causal, siendo necesario añadir aproximaciones de tipo relacional. En este sentido, además de la sustancia psicoactiva, para explicar el origen y mantenimiento de la adicción habría que atender una serie de factores que interactúan de forma dinámica y cuyo peso será variable en función del sujeto concreto y las circunstancias que lo rodean:
a) Las disposicionales biológicas:
En los últimos años, se ha aglutinado una notable evidencia y conocimiento respecto a la acción de las distintas sustancias psicoactivas en los sistemas biológicos del organismo. Gracias a los hallazgos de la neurociencia, la psicofarmacología y la farmacología de la conducta, se han podido describir efectos psicoactivos, efectos secundarios y distintos tipos de tolerancia, entre otras cuestiones relacionadas con drogas. Respecto a la adicción, está bastante claro que la mayoría de los consumos de drogas implican de forma directa o indirecta al neurotransmisor dopamina en diferentes áreas y vías del cerebro, sobre todo, mesolímbicas y mesocorticales (Coromina, Roncero, Brugera y Casas, 2007). Desde un punto de vista biológico, la dopamina desempeñaría un papel importante en las conductas de búsqueda de la sustancia (aspecto motivacional) y, al principio del consumo, en el refuerzo del mismo.
Sin embargo, no caigamos en la falacia mereológica (Pérez, 2011): si bien el cerebro es una parte del organismo muy implicada en las conductas adictivas, no es el cerebro quien interactúa con la sustancia y las circunstancias que rodean al consumo. Es todo el organismo quien lo hace.
b) Las disposicionales psicológicas.
Si hay algo que caracteriza a la conducta de los organismos, es que esta es histórica (Kantor, 1975). Esto quiere decir que los objetos y situaciones con los que el organismo vaya interaccionando a lo largo de su vida irán adquiriendo significados o funciones determinadas que condicionarán sus interacciones futuras.
La forma en la que una persona entre en contacto con una sustancia o mantenga una relación con ella, vendrá en parte determinada por un estilo conductual que ha ido configurándose a lo largo de su vida como resultado de otras interacciones entre dicho organismo y el ambiente o contexto. Este estilo conductual es lo que generalmente denominamos personalidad.
Pero además, podríamos incluir aquí un conjunto de disposiciones psicológicas cuya presencia o ausencia pueden favorecer que se produzca o no el consumo de drogas o que éste se convierta en un consumo de bajo o alto riesgo: las expectativas respecto a las consecuencias del consumo (Christiansen, Smith, Roehling, y Goldman, 1989) , los valores (Megías et al., 2000), y las habilidades sociales (Rhodes y Jason, 1990), serían solo unos ejemplos de ellas.
3. El contexto.
En este punto es importante tener en cuenta no sólo las características del entorno en el que se da el consumo sino las distintas leyes que operan en la adquisición y mantenimiento de las conductas. Y el consumo de drogas es una de ellas.En el primer caso, debemos decir que la investigación básica históricamente ha descuidado la importancia del entorno a la hora de explicar el desarrollo de conductas adictivas. Los experimentos clásicos en materias de drogas a nivel básico han consistido en aislar a distintos organismos (ratas, gatos, monos…) en cajas de experimentación utilizando procedimientos de autoadministración (Kamenetzky y Mustaca, 2004) en los que se da a elegir al animal entre agua y la droga. En la mayoría de los casos los organismos prefieren, evidentemente, la droga.
Estos resultados, que son muchos e incuestionables, han servido tanto para dar explicación del fenómeno de las adicciones, como para generar discursos políticos y sociales muchas veces sesgados y exagerados, en opinión del autor, en los que se llega a afirmar, por ejemplo, que la persona que tenga tan sólo unos pocos contactos con diacetilmorfina (heroína), estará abocado a entrar en una irremediable escalada de consumo. Sin embargo, el profesor emérito de la Universidad de Vancouver Bruce Alexander, fue el primero en señalar que el ambiente o entorno en el que se realizaban estos experimentos con drogas y animales, importaban y mucho (1978, 1981, 1982). Por cuestiones de espacio no profundizaremos en la serie de los experimentos que realizó entre 1978 y 1982 y que se han conocido como el Rats Park, pero en ellos Alexander y sus colabodores proporcionaban a las ratas un ambiente sumamente enriquecido de estimulación (ruedas para jugar, camadas de crías, otras ratas, un amplio espacio en el que moverse, etc.) a la vez que, a modo de resumen, les daban a elegir entre la autoadministración de morfina y agua.
En comparación con las ratas alojadas en cajas de experimentación típicas, las ratas del ambiente enriquecido preferían en mayor medida agua que morfina. Alexander (1978) hipotetizó que la disponibilidad de estimulación apetitiva y reforzante reducía el interés de las ratas por la morfina. ¿Podríamos extrapolar esta explicación al caso humano y a la relación entre determinados contextos empobrecidos y consumo problemático de drogas? Posiblemente sí.
Y es aquí donde llegamos al segundo punto y a la importancia de los procesos de refuerzo que posibilita el consumo de drogas. Si algo ha demostrado la investigación procedente, en primer lugar, del análisis experimental de conducta y después de las neurociencias, es que la mayoría de las drogas, como decíamos, tienen potencial para reforzar la conducta de consumo. Sin embargo, llevamos toda la entrada tratando de postular que la adicción no es explicada por un proceso en que la droga es el agente causal de la adicción. En este sentido, no podemos decir que el consumo de drogas sea siempre reforzante porque ello depende de las relaciones complejas que se establecen entre las muy diversas e idiosincrásicas variables disposicionales del organismo y del contexto que comentábamos al principio y del poder reforzante que tenga el consumo de drogas. Pero este poder reforzante es variable y dependiente de las distintas relaciones que se establezcan entre los distintos factores que hemos venido comentando.
Por tanto, y vamos concluyendo, no es un sujeto vicioso, moralmente desviado o un enfermo; no es la droga, llámese tabaco, vino o heroína; no es siquiera el contexto empobrecido, rico, demandante o estimularmente deficiente. Nos atrevemos a sugerir que es la relación que se establece entre todos los elementos de forma, resaltemos, única para cada sujeto o persona con su historia conductual, la que va configurar las posibilidades de que se genere o no el desarrollo de las conductas adictivas.
No es la droga, es el contexto.
[Puedes leer la réplica a este post: «También es la droga» ]
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Rodrigo González dice
Buenos días,
Enhorabuena por el artículo, ante todo resaltaría la sencillez y claridad de la exposición, la cual, creo, facilita la comprensión de este fenómeno psicológico
por un público no necesariamente especializado.
En este sentido, me gustaría destacar el hecho de que una vez más, los resultados científicos sobre la cuestión, apuntan como solución provisional hacia una explicación multi-causal, factorial o dimensional del fenómeno y, quizá, lo que resulta más importante hacia una perspectiva explicativa basada en la interacción recíproca sujeto-contexto, en sentido amplio y no reduccionista.
Este esquema explicativo, parece repetirse al acercarnos a comprender científicamente un cada vez más amplio rango de conductas humanas, más o menos, complejas.
Quizás por ello un título más representativo (aunque seguramente menos accesible para el público en general), sería ‘No es la droga, no es la persona, tampoco es el contexto, es su interacción’.
Finalmente, y en plano de la divulgación científica, me parece importante comentar que el presentar este tipo de explicaciones psicológicas ayuda a deshacer o cuestionar la lógica (muchas veces ilógica) de ciertos estereotipos y prejuicios sociales sobre la persona con adicción a las drogas, así como la de ciertas «teorías populares» simplistas y equivocadas sobre este tema y que los sustentan, presentes en muchas conversaciones cotidianas.
Una vez más, felicitar al autor por el texto y por la perspectiva de análisis utilizada para presentar y acercar la cuestión.
Carlos Moratilla Díaz dice
Rodrigo,
En primer lugar, muchas gracias por tus palabras. No puedo hacer otra cosa que coincidir contigo en tu reivindicación de la interacción. Tal vez en otro contexto más especializado hubiera profundizado más en la interacción como concepto, porque sin duda es el objeto de estudio en nuestra disciplina.
Gracias de nuevo.
Er dice
Hola Carlos,
Antes que nada, felicitarte por la entrada. Un buen resumen de los aspectos implicados en la adicción.
Por otra parte, no estoy totalmente de acuerdo con la tesis final. Cierto que no es la droga, pero tampoco es el contexto. El contexto importa por las asociaciones que se realizan con los estímulos asociados a la droga, y por el entorno social que servirá como apoyo (o todo lo contrario) al adicto. Sin embargo, este aspecto social no es condición para desarrollar el trastorno, ni para mantenerlo. Ni si quiera totalmente para hacerlo desaparecer. Si es que eso se puede, pero es otro tema que da para mucho =b.
La neurobiología detrás de estas asociaciones está bien descrita. Y aunque todavía queda por aprender, en rasgos generales se conocen los procesos que ocurren y hacen posible el desarrollo de una adicción.
Como bien dices, no es sólo la droga. Pero creo que desde la neurobiología conductual se explica bien y de manera completa tanto la adquisición como el mantenimiento y naturaleza de este trastorno.
Un saludo y enhorabuena otra vez por la entrada.
Carlos Moratilla Díaz dice
Muchas gracias por el comentario y la discrepancia, Er.
En líneas generales estoy de acuerdo con lo que comentas e intuyo que tal vez el problema esté en un error mío de expresión. Claro que no es el contexto, entendido como un elemento suelto y causal, el responsable del mantenimiento de la adicción. Lo que pretendo defender en la entrada es que no podemos caer en reduccionismos (no es la droga, no es la persona, no es el contexto físico) a la hora de explicar un fenómenos conductual complejo.
En este sentido, acepto que el título puede llevar a error al dar a entender que el contexto es el entorno físico o social en el que se desarrolla el consumo. Sin embargo, en nuestro caso, la palabra contexto se refiere a la interacción compleja entre los factores apuntados a lo largo de toda la entrada y en la línea que apuntaba Rodrigo en el primer comentario. En este sentido, contexto hace alusión tanto a la respuesta de consumir como a la propia droga que se consume, sus vías de administración, y los factores biológicos, psicológicos, culturales e históricos que engloban el consumo.
Dicho esto, permíteme mostrar discrepancia con tu afirmación respecto a que la neurobiología resuelve bien el problema. Por su propio objeto de estudio (las bases moleculares de la conducta) se deja fuera de análisis la interacción completa entre el organismo y su entorno. De manera que, siendo muy útiles sus aportaciones desde niveles biológicos, no son suficientes para explicar la conducta como fenómeno complejo.
Muchas gracias de nuevo por tu comentario.
Saludos!
jose carlos aguirre dice
Antes de nada felicitarte por tu excelente texto Carlos, perfectamente fundado y claro en su exposición. Quiero discrepar amablemente en relación a lo dicho por Er sobre que la neurobiología explique causalmente la complejidad de la adicción. En este sentido me acojo al modelo psico-bio-social del catedrático de Piscología Marino Pérez por el que lo mental -o ese medio interno de los organismos que dijera Claude Bernard; especialmente en el caso del hombre- es la resultante de la interacción compleja de haces causales bio-psico-sociales. De tal suerte que no cabe reducir explicativamente lo mental en lo cerebral. Y eso a pesar de que toda esa interactuación causalmente compleja tenga su correspondiente correlato cerebral. Efectivamente lo mental no queda en función de lo cerebral -no puede ser explicado solo desde lo cerebral- sino en función de una interactuación muy compleja. Por lo demás más allá del mesianismo «vendido» desde cierta neurociencia del cerebro todavía sabemos poco
Aitor Tilla dice
«Sin embargo, no caigamos en la falacia mereológica (Pérez, 2011): si bien el cerebro es una parte del organismo muy implicada en las conductas adictivas, no es el cerebro quien interactúa con la sustancia y las circunstancias que rodean al consumo. Es todo el organismo quien lo hace.»
En mi opinión esto chirría un poco en tu estupendo post, y deja entrever un tufillo posmoderno y antirrealista muy propio del cantamañanas de M. Pérez. A ver si me aclaro… si me pincho heroina ¿importa que tenga piernas y bazo en el desarrollo de una eventual adicción a la sustancia? Opino que no, y que incluso podría ser una cabeza en un frasco con agua (al estilo de futurama) y me volvería adicto a esa sustancia, siempre y cuando pudiese yo auto-administrármela en un determinado contexto. Por tanto me parece equivocado tener que irse al extremo holistico y aludir al todo para minimizar el hecho de que no es el organismo el que se hace adicto sino la persona (con su historia y contexto) haciendo uso de su cerebro, y no su páncreas ni amígdalas. Y es que la falacia mereológica consistiría en decir que es el cerebro el que se hace adicto en vez de la persona, cosa que por otra parte nadie dijo nunca, salvo en sentido figurado (por economía verbal). El cerebro es el órgano con el que la persona se hace adicta a una sustancia dentro un contexto.
jose carlos aguirre dice
La falacia mereológica, amigo Aitor, no alude a que las piernas o el bazo se hagan «adictas» sino a que la totalidad bio-pisco-social implica a la totalidad del organismo de tal suerte que el organismo, con toda su relación compleja con el medio, es quien se hace adicto y no el cerebro, ni las piernas o el bazo. Y a este complejidad y singularidad es a lo que alude la idea de persona. Entiendo que Carlos no ha usado la palabra persona por ubicar su texto en una perspectiva lo más científica posible y que por eso habla de organismo… Asunto en todo caso discutible pero en todo caso ambas nomenclaturas son efectivamente convergentes por atender a esa complejidad psico-bio-social. La falacia mereológica no denuncia una mera economía de lenguaje ya que si no sería una denuncia absurd-; denuncia que se hable del cerebro precisamente por que se parte de que lo cerebral explica causalmente y de un modo satisfactorio todo lo mental. De tal suerte que la esfera de lo mental no dependería de la interacción compleja entre lo fisiológico y lo psico-social sino solo de la fisiología cerebral. Este es un asunto decisivo ya que modula el encaje, el programa de investigación (cfr. Imre lakatos) y el paradigma (cfr. Kuhn) al que se van a acoger las investigaciones neurobiológicas y de los estudios sobre conducta. De tal suerte que hablar del cerebro como «entidad autónoma» nos instala en una perspectiva que reduce lo mental a lo cerebral y, paralelamente, referirnos al organismo -o a la persona- nos instala en la complejidad vital de lo humano como esfera causal compleja de la que depende lo mental. (en este sentido me remito a la contestación que he dado a Er un poco más arriba). Este es un tema importante ya que es lo que asegura que la psicología sea una disciplina autónoma, ya que de poder reducirse lo conductual a lo fisiológico quedaría liquidada la autonomía disciplinar de la psicología y, en ese sentido, la existencia de la propia psicología como tal. Finalmente la postura de Carlos no es menos realista simplemente asume la complejidad de la realidad de ese organismo humano que llamamos persona. Y es que la realidad de lo humano no se reduce a los estudios de biología.
Aitor Tilla dice
Gracias Jose Carlos por la aclaración. Quizá la confusión venga de que yo trabajo más con la parte neurobiológica y lo de organismo me suena a órganos y no directamente a unidad biopsicosocial, como bien dices. Aclarado entonces que era una inocente forma de hablar, es fallo mío no haber sabido contextualizar lo que quería decir el autor de la entrada. No como cuando hablamos del circuito de recompensa, que entonces sí, ignoramos alegremente a la persona y su contexto vital.
No te preocupes! La psicología no va a desaparecer por el desarrollo de la neurobiología como tampoco va a desaparecer la química por más que se desarrolle la física. Son perspectivas complementarias acerca del mismo fenómeno que afortunadamente aportan cosas distintas y que se enriquecen mutuamente… Claro que pensando eso, lo que leas sobre el cerebro me imagino que tendrá un sesgo tremendo. Gracias por la corrección.
Jorge Campo dice
El artículo en general, entiendo que divulgativo, es sencillo y simple. Es por ello que no es conveniente revisarlo en ese sentido.
Sin embargo, aún en la parquedad, sí que es bueno, focalizándose en «lo que hay» tratar de descubrir las incoherencias si las hubiera.
Me focalizaré en algunos aspectos que han llamado mi atención:
Indicas en el texto que:
«sin consumo de drogas es imposible desarrollar una adicción a las drogas»
¿Dirías pues que existe la droga antes de que exista el individuo que la toma?
¿No es esta definición además circular?: Si no consumo no tengo adicción. Si no tengo adicción no consumo.
Por otro lado, no he visto una definición operacional de adicción. ¿Es ésta una construcción social o tal vez un elemento objetivo, pero medible hasta dónde? Es entendible que quizá sea para otro artículo y no entrar demasiado en harina en este punto.
Más adelante indicas que las expectativas, valores y habilidades sociales juegan un papel importante. Teniendo en cuenta la referencia interaccional que realizas justo antes, ¿qué sentido tiene incluir esta terminología por sí misma? ¿no son además términos de la psicología folclórica además de tautológicos?
Por otro lado, ¿por qué separar sujeto y contexto como dos puntos diferentes, algo que sabemos inseparable? De hecho las apreciaciones que se hacen sobre el sujeto son interaccionales. Quizá entonces no merecerían, en un plano psicológico, un punto y aparte.
Aún con ello, el artículo es entretenido, cumple su función divulgativa y es muy interesante para el público en general como una manera de desengancharlos de los típicos prejuicios y explicaciones simplistas.
Enhorabuena.
David dice
Enhorabuena otra vez por el artículo, Carlos. Mi opinión sobre este tema, y la he podido verificar en varios casos cercanos, es que en muchos casos de adicción, el abuso de drogas es la consecuencia de otro problema, y no la causa primera de todo lo que de ello deriva. Cuando se intenta erradicar el consumo sin atender a otras particularidades, que es lo que se hace muchas veces, se tratan los síntomas sin afrontar el origen que subyace. Y de ahí tantas recaídas cuando el paciente sale de un entorno controlado —como es una clínica de desintoxicación, donde se le aísla de todo su contexto vital previo— y vuelve de nuevo a la vida que llevaba antes de entrar.
Transeunte dice
“sin consumo de drogas es imposible desarrollar una adicción a las drogas” .
Sín consumo de drogas es posible desarrollar una adicción.
Transeunte dice
No es la droga es el individuo; y el contexto aunque influyente, no es determinante.
jose Carlos Aguirre dice
Solo comentar dos temas. Leo las respuestas que vamos dando al artículo y lo que más me llega son las diversas perspectivas de paradigma existente-con las disputas que esto supone- como difícil umbral de comunicación. Otro tema más Carlos en el texto establece una distinción entre lo causal y lo relacional, distinción que también es comentada en alguna respuestas. Sobre este tema hacer el matiz de que los modos de entender la causalidad a lo largo de la historia han sido muy complejos y diversos. Por eso no queda identificado lo causal sólo con las causalidades lineales, mecánicas e inmediatas. Nada excluye en términos estrictamente lógicos y de lenguaje que lo relacional sea también causal -un modo específico de causalidad- si nos atenemos a la rica semántica de la causalidad.
Alfonso Muñoz dice
Muy interesante el artículo, y en líneas generales se aprecia que algunas frases, aunque puedan chocar, son más bien un recurso para llamar la atención sobre aspectos que muchos ignoran sobre la drogadicción y sus consecuencias. Nunca se me olvidará aquella clase con profesor conductista en el que nos preguntó a todos si sabíamos por qué se daban la mayoría de sobredosis. Cuando le respondimos que por demasiada dosis para sobreponerse a la tolerancia nos dijo que un número enorme de casos era por la misma dosis, pero en un contexto al que no estábamos acostumbrados. Aquel día de primero de carrera vimos que este tema era mucho más que un problema neuroquímico.
Felicidades de nuevo por el artículo, ¡y sigue divulgando así!
José Luis dice
Interacción hubiese sido un termino preciso, sin embargo es muy bueno lo que compartes ya que en la universidad e incluso en la practica los psicólogos suelen reducir la adicción a una enfermedad cerebral ( teniendo en cuenta la actual tendencia cerebro centrista) Parece que muchos psicólogos se dejan seducir por la propuesta de manuales sintomatologicos y reduccionistas como el DSM y CIE 10 y olvidamos que nuestra ciencia y lo básico en ella es estudiar como el organismo interacciona en el medio ambiente. La definición es integral y el experimento de Alexander fenomenal. Si bien factores biológicos son de importancia a la hora de desarrollar a una adicción no es la solución a su explicación
José León dice
Interacción hubiese sido un termino preciso, sin embargo es muy bueno lo que compartes ya que en la universidad e incluso en la practica los psicólogos suelen reducir la adicción a una enfermedad cerebral ( teniendo en cuenta la actual tendencia cerebro centrista) Parece que muchos psicólogos se dejan seducir por la propuesta de manuales sintomatologicos y reduccionistas como el DSM y CIE 10 y olvidamos que nuestra ciencia y lo básico en ella es estudiar como el organismo interacciona en el medio ambiente. La definición es integral y el experimento de Alexander fenomenal. Si bien factores biológicos son de importancia a la hora de desarrollar a una adicción no es la solución a su explicación
Juan dice
Me ha parecido muy flojo el artículo. El título es inadmisible, por falso como el mismo autor reconoce, y ni siquiera es aceptable para llamar la atención. Lo peor es que acaba con el mismo (falso) enunciado.
Luego esta frase es un sinsentido: «aun a sabiendas de que para establecer el peso de cada uno de los factores propuestos, la generalidad no sirve. La única forma de poder explicar el mantenimiento de una conducta adictiva es atendiendo al caso del sujeto particular y las circunstancias históricas, contextuales y culturales que rodean su consumo de drogas.» Si la única forma de analizar un problema es ir caso a caso, apaga y vámonos. La investigación, la estadística, los modelos y eso lo dejamos para otro día no vaya a ser que nos contradiga la premisa de que todo está en el contexto (o en la interacción, que parece que mola más). Claro que se pueden modelar los procesos y estimar el peso de cada uno de los factores (puedes ver los estudios sobre heredabilidad y herencia/ambiente por poner un ejemplo). Y luego, el único dato para apoyar la tesis de que el ambiente pesa muchísimo más que cualquier otro factor, es un estudio CON RATAS de los años 80 ¡¡¡¿?!!! Sin comentarios.
Por cierto, que un ambiente sea poco reforzante puede tener que ver con muchos factores como la autoestima, la sensibilidad a la evaluación, las habilidades sociales, el estilo de apego, etc. Ah no, que todas esas variables no tienen sentido, que sólo podemos atender a las conductas. Pues nada, volvamos a los años 50. Claro, que desde ese punto de vista un estudio de los años 80 es pura vanguardia. Saludos
Natalia J. M dice
En mi experiencia personal he consumido distintas drogas sin prescripción médica, drogas recreativas, por decirlo de alguna manera. Con el paso del tiempo el consumo se tornó problemático, desarrollé una adicción a una de ellas, si bien, era policonsumidora, lo cierto es que la adicción, propiamente, era con una sola. Evidentemente, luego de una internacion, hubo seguimiento por parte de profesionales que me administraron medicamentos para estabilizar mi sistema, para bajar ansiedad, sobrellevar la abstinencia, etc. Pero fue necesario un tratamiento psicológico en paralelo para sobrellevar la situación. Allí comprendí muchas cosas. Entre ellas cuáles podrían haber sido las situaciones y las características de mi personalidad que me llevaron, en un consumo prolongado en el tiempo, a desarrollar una adicción. Me parece muy necesario un abordaje interdisciplinario ante situaciones similares a la mía. Somos sujetos sociales, complejos, y no sólo la biología es suficiente para abordar este tipo de problemáticas. El primer consumo puede tener diversos orígenes y no necesariamente lleva a una continuidad, a repetirlo.
Aún cuando se logre aislar al sujeto y someterlo a diversos tratamientos, superando el período de abstinencia, las recaídas son frecuentes porque es el sujeto que debe cambiar sus hábitos, y no sólo los de consumo. Los consumidores tienden a relacionarse con otros consumidores, porque de esta manera es más fácil acceder a la sustancia, y a la vez, en ese entorno, se evita el prejuicio social que el consumo acarrea. De base, es necesario cambiar ese contexto, para que el acceso a las sustancias no sea tan sencillo, para evitar «tentaciones», para poder empezar a constuir vínculos sanos.