Hoy desayunaba con la noticia de que «la presencia del padre en el parto aumenta el dolor de la madre al dar a luz» (La Vanguardia, por ejemplo). Resultado sorprendente, desde luego. Con la información ahí contenida más la cobertura en The Telegraph puedo llegar al artículo original.
Es un estudio con una muestra de 39 mujeres y sus parejas (heterosexuales). No sabemos si alguna de las mujeres estaba embarazada en el momento de participar. Los criterios para ser admitidas en el estudio fueron: ser diestras, que su relación de pareja actual durara al menos un año, no tener antecedentes psiquiátricos, médicos, problemas neurológicos y de abuso de sustancias, y no haber tomado medicación ese día. Por tanto, tal vez sí, tal vez no, había alguna embarazada, pero no era criterio para participar. Debido a varios problemas en el registro de la información, el tamaño muestral disponible para los análisis fue desde 31 participantes hasta 36.
El dolor fue causado mediante láser. Se ajustó el láser para que la valoración de la intensidad del dolor se correspondiera a un nivel de 8 sobre 10, donde 10 sería el máximo dolor. Por tanto, no hubo parto en ningún momento de la investigación, como cabía esperar al no haber mujeres embarazadas. En lo que nos ocupa, la manipulación experimental básica consistió en la presencia o ausencia del hombre mientras se infligía el daño. Se les pagó 30 libras por su participación.
Siete fueron las variables que se tomaron para evaluar la intensidad del dolor: el dolor subjetivo y seis medidas conseguidas a partir de electroencefalogramas. Cuando se miran los resultados, se ve que la presencia o ausencia de la pareja tiene efecto estadísticamente significativo (que entendemos que no puede atribuirse en exclusiva al error de muestreo) en solo una de esas siete variables. Por tanto, los datos no son nada sólidos de cara a señalar que la presencia o ausencia de la pareja afecta en la experiencia de dolor.
El resto del artículo se centra en si la influencia de la compañía de la pareja en la experiencia de dolor puede depender de la relación que uno tenga con él: si uno se agobia con la distancia, si siente que puede confiar en él… Pero eso no es relevante para los titulares de los que estamos hablando.
¿Por qué el estudio y la información de prensa no guardan excesiva relación? En muchas ocasiones, no hay que culpar al periodista del periódico o agencia de noticias, sino al gabinete de prensa de las universidades. Las noticias ya suelen llegarles infladas desde las notas de prensa que distribuyen las centros de investigación. Y a los gabinetes de prensa ya les pueden llegar infladas las conclusiones que se pueden extraer desde el propio artículo, desde los propios investigadores, especialmente en los resúmenes de los artículos. También hay que tener en cuenta que las investigaciones médicas que salen en la prensa suelen ser de peor calidad que las que no llegan al gran público. Los trabajos mal hechos es más probable que consigan resultados sorprendentes… y que nadie más podrá volver a encontrar.
Volviendo a los padres y madres: No, no sabemos si acompañar cambia o no el dolor. Al menos, no con este artículo. Y seguro, seguro, que la intensidad del dolor no es la única variable a considerar en una experiencia así.
imagen: Pixabay
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