Tengo un problema. Padezco una enfermedad crónica autoinmune. Su curso es variable: hay temporadas –semanas, a veces meses– en las que me encuentro algo mejor y otras en las que estoy más afectado. En los peores momentos de la enfermedad he notado en carne propia un efecto chocante: me hartan los mensajes positivos. Están por todas partes. Seguro que los habéis visto e incluso los habréis recibido: mensajes bienintencionados, pero exagerados, historias de superación personal, predicciones irrealizables («en nada, estarás corriendo de nuevo, no te preocupes»). En mi caso particular los mensajes que más chafan mi ánimo son aquellas historias de casos de éxito de gente con mi misma enfermedad, en especial si los leo o escucho cuando más hecho polvo estoy. Quizá yo sea un tiquismiquis, pero, al parecer, no soy el único. No pretendo elevar mi caso a ley general, pero sí explicar por qué, más frecuentemente de lo que se piensa, casos como el mío ocurren.
La creencia de que los mensajes positivos tienen un impacto beneficioso en el estado de ánimo está bastante extendida –y los pacientes muchos veces tenemos que sufrirlos. Sin embargo, los estudios sobre el tema no dan motivos para creer ese beneficio sea real. Puede parecer paradójico, pero no es la primera vez que la psicología nos muestra que lo que nos parece obvio no siempre lo es. Así, por ejemplo, la felicidad (¡¿quién no quiere ser feliz?!) no es un valor compartido por toda la humanidad, no en todas las circunstancias queremos tener a los bienhechores cerca y exponernos a argumentos contrarios, en realidad, refuerza los nuestros.
¿Qué hay de malo en los mensajes positivos?
Como habrá podido comprobar cualquiera que haya ido de compras en rebajas, nuestras impresiones se basan en el marco de referencia en el que nos movemos. El ver la etiqueta de «Ahora un 30% más barato» nos ofrece una referencia donde ubicar el precio actual y facilita percibirla como más barata de lo que realmente es. Lo mismo parece ocurrir con mensajes exageradamente positivos: establecen un marco de referencia hinchado y artificial con el que nos comparamos. Así, a pesar de estar nosotros en la media de bienestar, nos hacen sentir peor. En otras palabras, el mensaje «el ambiente aquí es así de feliz«, nos hace sentirnos los infelices del grupo, a pesar de estar dentro de la normalidad. Según Wood (2009), los mensajes positivos tienen el gran problema de ser efectivos en la gente que –como norma general– menos los necesita: personas con alta autoestima. Sin embargo, en personas con menor autoestima el efecto nocivo es más frecuente.
En algunos otros ejemplos de comunicación en contextos sanitarios vemos que lleva tiempo advirtiéndose que la forma de comunicar puede afectar al bienestar y condiciones del paciente. Por una parte están los mensajes que exageran los efectos de «la mente sobre el cáncer» y por otra el uso de metáforas. El psicólogo de la salud James C. Coyne advierte que parece que las publicaciones científicas especializadas tienden a sobredimensionar el efecto de la psicología en la tasa de supervivencia al cáncer. En el caso de uso de metáforas para referirse a la relación del paciente con el cáncer, parece que referirse al cáncer como una lucha genera mayor malestar que referirse como un viaje (Reisfield & Wilson, 2004).
Nosotros ante el sufrimiento
Cuando vemos a alguien sufrir nuestra intención suele ser querer ayudar. Es una tarea incierta y muchas veces actuaremos bienintencionada pero incorrectamente. Es difícil entender a alguien que está sufriendo. A pesar de que existen diferencias individuales en la capacidad de empatizar y ponerse en la piel del otro, vivimos con notables dificultades para escapar de nuestra visión del problema. Jordan (2011) afirma que, por norma, subestimamos las emociones negativas de los demás. Nuestras predicciones sobre el mundo se basan en el estado (actual) de nuestro ánimo y somos bastante malos imaginando cómo actuaríamos si estuviésemos en otro estado de ánimo. En cierta medida, tomamos nuestro estado emocional actual como medida del mundo. En términos técnicos nuestra capacidad para la predicción afectiva es bastante reducida, lo que afecta tanto al que se encuentra bien y quiere ayudar a otra persona, como a quien se encuentra en un mal momento. La exposición a mensajes positivos o casos de éxito es probable que refuerce la sensación de que nunca estaremos así de bien, ya que tomamos como referencia nuestro estado actual cuando pensamos en estados futuros.
¿Qué hacer entonces? ¿Prescindimos de todo lo positivo? ¿Nos condenamos a un mundo gris? Quizá tampoco sea una buena estrategia. Wood (2009) comenta que los mensajes positivos sí pueden tener un efecto beneficioso cuando entran dentro de lo que denominan latitud de aceptación, esto es, cuando los mensajes entran dentro de lo que el receptor considera plausible para uno mismo y no metas percibidas como imposibles. Asimismo apunta que, en el mismo sentido que lo anterior, mensajes más moderados y específicos (por ejemplo: «soy bueno seleccionando regalos para mis amigos») son más efectivos que globales inespecíficos (por ejemplo: «soy buena persona»). Como comenta Javier Díaz en su blog: «La gente necesita soluciones, no frases bonitas«.
Siempre estaremos en contacto con personas que lo están pasando mal, bien sea como afectados o como acompañantes. La –loable– intención de querer hacer sentir mejor a los demás es un camino lleno de complejidades donde las cosas no siempre son tan obvias como puedan parecer en principio. Espero que este texto ayude a entender cómo a veces esos mensajes positivos pueden ser contraproducentes y animar al lector a entender los contextos donde se da el sufrimiento para facilitar una mejora psicológica efectiva. En salud, la comunicación es un asunto de salud pública. Ah, ¡y si me veis con el ánimo bajo por la enfermedad no me digáis puedo llegar a jugador de baloncesto profesional!
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Recurso: Manejando un diagnóstico de enfermedad crónica (inglés)
Maria dice
Necesitaba éste artículo, se lo voy a pasar a todos mis conocidos, familiares, amigos…gracias
Guido Corradi dice
Gracias a ti por la difusión. Me alegro que sea de utilidad.
Eva dice
Hola Guido:
Lanzo mi opinion.
Por un lado, creo que el optimismo aprendido de Seligman, no es lanzar mensajes de cosas bonitas. Permiteme aclarar que el optimismo aprendido pasa por una primera etapa de aceptacion de la realidad, y luego consiste en elegir el camino mas conveniente -sabiendo que puedes elegir. El optimismo aprendido es mas como el ser consciente de que puedes elegir, y salir de ese estado de learned helplessness al que se induce el perro del experimento de Seligman. La gratificacion de ser consciente de que puedes elegir es un estado de felicidad muy placentero, y debe ser realista en las opciones. Al encontrarnos con un mensaje positivo como el primer paso en la evaluacion de un problema, nos estamos saltando la parte mas importante, y es la de aceptacion de la realidad. Si hacemos esto, es lo que llaman pensamiento ilusorio, y bien nos pueden decir que ‘todo va salir bien sin mas’ o cualquier otro tipo de mensaje que evite una reflexion seria de la situacion. El pensamiento ilusorio es muy peligroso en tanto nos aleja los pies de la tierra y nos eleva a un estado, siendo la caida aun mas fuerte.
En resumen, el optimismo aprendido nos enseña a ‘pensar’ en esos momentos en los que nos vamos a caer, no evitando asi la caida, pero poniendo algun medio para amortiguarla. Si negamos lo que nos viene con ideas fantasiosas, el golpe sera aun mas fuerte.
Por otro lado, encuentro que tiene mucha razon tu queja y podria educarse a las personas en este sentido, pero para eso necesitamos que compartas alternativas a las frases que usan ahora, para usarlas en sustitucion.
Saludos,
Eva.
Guido Corradi dice
Muchas gracias por tu comentario.
«el primer paso en la evaluacion de un problema, nos estamos saltando la parte mas importante, y es la de aceptacion de la realidad» Estoy totalmente de acuerdo con esto. Al respecto escribe el profesor Perales una cosa interesante en este mismo blog: «Sé optimista, cuando la realidad lo permita» .
«tiene mucha razon tu queja y podria educarse a las personas en este sentido». Sí, mi idea es que la psicología debe implicarse más en una comunicación eficiente y satisfactoria hacia todo el mundo (desde enfermos crónicos como yo a oficinas, etc).
Un saludo, Guido
Manuel León López dice
Parcialmente tiene que ver, con ideas poco certeras tipo: «si algo es bueno, más es mejor», «sólo con pensar en algo lo conseguirás», «hay que alejarse de las emociones negativas», «pensar en positivo siempre es bueno, sea cual sea el contexto» …y este caldo de cultivo, genera una aparente «positividad» artificiosa, que se desmorona rápidamente y que puede traer consecuencias nada útiles.
claudia dice
Muy buen artículo yo por mi parte siento q cuando uno quiere exponer o hablar de su situación, la gente dice cualquier cosa, hasta disparates q sabes q nunca van a pasar con tal de aliviarte, y la bronca q da, sobre todo cuando se trata de un hijo. Y es cierto, no empatizan. Muchas gracias me hizo muy bien leer estas palabras.
Guido Corradi dice
Muchas gracias por tu comentario : )
Luis Gómez Encinas dice
Guido,
tu post me ha traído a la memoria la deliciosa novela de Voltarie, ‘Cándido’, la mejor obra que se ha escrito sobre el optimismo infundado y el sufrimiento humano. Ahí se retrata perfectamente a los charlatanes del «todo está bien» y la «felicidad a toda costa», y, desde la particular perspectiva volteriana, podemos encontrar algunas respuestas a las preguntas que planteas.
Saludos
@luisgencinas
Guido Corradi dice
Buenísima referencia. Creo que lo volveré a leer : )
Alberto Ortega Maldonado dice
Muchas gracias por el artículo, Guido. Me parece muy interesante el debate y la reflexión que genera. Incluyo este enlace a un artículo que habla de un estudio sobre el pensamiento positivo.
Coincido con Eva en la importancia de la aceptación como primer paso para desde ahí emplear el optimismo como recurso positivo dirigido a la consecución de la meta y el incremento del bienestar. También coincido con lo expuesto sobre la importancia de abordar metas acordes a los recursos que disponemos.
Un saludo.
http://greatergood.berkeley.edu/article/item/how_positive_thinking_can_backfire?utm_source=GG+Newsletter+Feb+11+2016&utm_campaign=GG+Newsletter+Feb+11+2016&utm_medium=email
Guido Corradi dice
Muchas gracias por el enlace!
«Coincido con Eva en la importancia de la aceptación como primer paso para desde ahí emplear el optimismo como recurso positivo dirigido a la consecución de la meta y el incremento del bienestar. También coincido con lo expuesto sobre la importancia de abordar metas acordes a los recursos que disponemos». Hablando de mi post con otros enfermos crónicos llegamos a conclusiones parecidas : )
Un abrazo!
bruno dice
Hola gracias por el articulo,me siento identificado.Parece que tiene estudios cientifico no palabreria . Yo suelo decir bueno si me dices algo,dimelo pero que esté justificado cientificamente,no porque te lo dij tu tia, o te lo dijo una vidente o lo que fuese.
Con decirte que me «amenazaron» por publicar estudios cientificos en un grupo con eii por ser derrotista y no medico, segun ellos. Esperaba que me respondieran con articulos cientificos,pero eso jamas sucedio. Tristisimo.
Luis Sandí Retana dice
Excelente artículo. Nos ubica en el escenario real donde se desenvuelven los seres humanos, y la necesidad de acompañar a las personas según las circunstancias y expectativas reales.
JOSE LUIS dice
Me ha encantado su entrada, como ex desempleado llevo mucho tiempo pensando en escribir sobre esto que es una verdad como un templo y que agradezco que alguien lo hiciera patente. Algo parecido quise yo expresar con esta entrada que le adjunto de mi blog. #ElTejedorDePalabras. Gracias, gracias, gracias. Personas- tóxicas Cambiando conceptos- empatía http://wp.me/p59Eaf-oR vía @JPiquerjob
Borja Girón dice
Un gran artículo. Los mensajes positivos en muchas ocasiones motivan demasiado y luego la realidad lo fastidia todo. Sin duda hay que tener en cuenta todo lo que dices. Excelente para abrirnos los ojos.
Guido Corradi dice
Muchas gracias por tus palabras, Borja : ). Un saludo
Javier Sanz dice
Excelente post. Muchísimas gracias por las reflexiones. Redondo, completo.
Recomiendo el libro de Ehrenreich » Sonríe o muere», el capítulo que habla de, por ejemplo, psicología positiva y ahí, las reflexiones de Seligman en un congreso del 2007, así como el impulso del concepto de psicología positiva auspiciado a golpe de talonario por fundaciones cuyo ADN parece más religioso que científico.
Yo estoy en asesoría de carreras profesionales desde hace más de 16 años. Creo que el pensamiento positivo no es trivial, es un problema serio, y crea víctimas. Me explico: como mínimo, un par de veces al año acuden a pedir consejo nuestra asesoría personas que han agotado todos sus recursos económicos y personales siguiendo un sueño profesional ahora fracasado.
En el camino hacia ese punto, siempre encontramos ideas del tipo si «puedes pensarlo entonces puedes hacerlo», » las ideas reflejan realidades» o » si te sientes bien con lo que haces…entonces es que empiezas a funcionar….» .
Con absoluta independencia de la realidad externa objetiva y de toda señal de aviso o alarma.
Además, en estos procesos, siempre encontramos por el camino la figura de » expertos» en algún tipo de materia relacionada con estos sueños profesionales fracasados, que alientan y mantienen estas ideas positivas con el fin de vender , en definitiva, sus propios cursillos o programas, o peor: mantener sobre sí una dependencia emocional de la persona auspiciada.
Sin ninguna responsabilidad luego en las consecuencias finales.
Ignoro cuál será la evolución de la psicología positiva, de momento me recuerda bastante, en sus ajustes estrictamente científicos, a la psicología humanista cuando acabé la carrera allá por el 89.
Un saludo y repito: muchísimas gracias por el post.
dmezzadri dice
Expectativas reales es el norte que todos deberiamos avisorar. Excelente articulo
Iván Vallado dice
Buen post y buenos comentarios. Para mí, el artículo es una tanto rebuscado quizá porque los menajes positivos me molestan y no soy psicólogo (para profundizar y ser más preciso en el asunto). Lo que yo veo -posible complemento de lo que leí- es que los mensajes positivos son como «la zanahoria del burro», empujones hacia «adelante» en un mundo de competencia y de supuesta autorrealización dentro del capitalismo (= a ser rico en su enorme mayoría de los casos). Es una pena que la gente se deje llevar por éstos, perdiendo -como comentan- el principio de realidad y empiezan y continuan viviendo sueños imposibles que generalmente traen un fracaso o simplemente «tu ruta» es inaplicable a todos y es hasta excluyente. Pero si te casas con estos mensajes, te supones optimista o positivo aunque digas estupideces y, por otro lado, te va haciendo inmune a las crítica de la realidad. Colaboras pues a esa gran borregada que asipira un éxito rotundo (desde un buen negocio, una buena profesión, una buena pareja) derivada de que el sistema social no requiere juicios porque al final es todo una cuestión de actitud ante la vida. Y todo ello mientras el mundo se cae a pedazos: entre violencia, drogas, guerras, homofobia, feminicidios, pobreza extrema super extendida, medicamentos que no curan, impunidad de los políticos, etc. (ya le paro porque la lista puede ser interminable).
Me gustó que hayas tenido el valor de decirlo, porque decir lo que haz dicho te crucifica de «amargado» entre nuestros fieles consumidores de los mensajes positivos. Saludos
(PD Falta reflexionar en la exposición prolongada y por largo tiempo, que no es lo mismo una nota de «un momento», a desayunar, almorzar y cenar esto, todos los días por años).