Llegadas estas fechas se desatan las opiniones sobre la racionalidad o irracionalidad de jugar a la lotería. No pretendo acallar esta controversia, pero sí aclarar lo que la ciencia sobre la toma de decisiones puede aportar al planteamiento del asunto.
La Lotería no es rentable, salvo para el Estado
Que el valor esperado de jugar a la lotería es negativo (la probabilidad de ganar no compensa estadísticamente la inversión), es una certeza. Entonces, ¿por qué juega la gente? Éste es uno de los primeros ‘clásicos’ de la literatura sobre toma de decisiones y está relacionado con otro comportamiento aparentemente irracional. ¿Por qué hay personas que pagan un seguro desproporcionadamente caro por evitar un riesgo casi inexistente? Son dos fenómenos relacionados porque demuestran que la manipulación de la probabilidad de una recompensa o un castigo no tiene un efecto lineal sobre el comportamiento, sino que este efecto tiene mayor pendiente en los extremos que en valores intermedios de probabilidad. El cambio subjetivo que supone pasar de una probabilidad cero a una probabilidad mínimamente superior a cero (digamos .00001) es mucho mayor que ese mismo cambio entre valores intermedios (digamos entre .5 y .50001), y la magnitud del cambio subjetivo vuelve a crecer en similar medida entre un valor cercano a 1 (e.g. .99999) y 1. De ahí que los modelos económicos “psicologizados” no trabajen con probabilidades objetivas, sino con probabilidades ponderadas por alguna función con las características mencionadas.
El hecho de que esa desviación se produzca implica la existencia de un sesgo, en el sentido más neutro del término, pero no que ese sesgo sea irracional. ¿Cómo se explicaría evolutivamente la existencia de una irracionalidad prácticamente universal? De hecho, jugar a la lotería parece irracional, pero imaginemos que ese mismo sesgo se repite en todas las facetas de nuestra vida (económica, gastronómica, sexual…). Una propensión a la evitación de riesgos improbables llevará por acumulación a una elevación significativa de la probabilidad de que ninguna de esas cosas terribles nos ocurra. Igualmente, hacer pequeñas inversiones en la probabilidad mínima de un reforzador realmente importante podría producir por acumulación un cambio que llevara a la desaparición de muchos de nuestros problemas. Aparentemente, los mamíferos y, particularmente los primates, estamos dotados de una tendencia a la exploración que tiene mucho que ver con que los humanos hayamos medrado como especie (y, ¿qué es apostar si no explorar?).
¿Qué es el juego de azar?
Todos los juegos de azar explotan la tendencia exploratoria del ser humano, y someten su conducta a un tipo de programa de reforzamiento (un programa de razón aleatoria, no de razón variable o de intervalo variable, como se nos ha contado en los libros de introducción a la Psicología) que virtualmente no existe en la naturaleza. En ese programa el reforzador es eternamente sorprendente, lo que incrementa su valor reforzante, y ocurre de manera impredecible. Y lo que es más importante, la probabilidad del mismo no cambia tras cada intento (mientras que en el de razón variable, cada ensayo que pasa sin reforzador incrementa la probabilidad de que el siguiente sí sea reforzado).
Por desgracia, las personas padecemos horror por lo impredecible, e intentamos tornarlo predecible, generando patrones y secuencias –ilusiones de estructura causal– donde no hay más que aleatoriedad. En los programas de razón aleatoria, no percibir patrones es casi misión imposible, hasta para avezados ojos estadísticamente entrenados.
Y aquí entramos en el verdadero quid de la cuestión. Todas las culturas han creado juegos de azar, pero sólo la sociedad capitalista ha creado una industria del juego de azar. Como tal industria, pretende el beneficio, utilizando las características del juego de azar que inducen a las personas a jugar o a que no abandonen una vez que han empezado. En el caso del juego patológico, eso lleva a que para muchas modalidades de juego, la mayor parte del beneficio provenga de esquilmar a adictos. O lo que es lo mismo, ciertas modalidades de juego necesitan al jugador patológico para ser rentables.
En realidad ése no es el caso de las loterías. Por sus características, la lotería ocurre frecuentemente como modalidad de juego secundaria en jugadores patológicos que lo son por otros juegos, pero son muy raros los casos de adicción primaria a la lotería. Por tanto, la lotería está en parte libre de algunos de los problemas éticos que tienen la liberalización y accesibilidad de otros tipos de juego más peligrosos. Podría incluso decirse que el gasto en lotería, por lo menos mientras siga siendo pública, retorna como beneficio para la comunidad, ya que, es en gran medida una donación voluntaria a Hacienda.
Lotería y manipulaciones sutiles a través de la publicidad
Eso no quiere decir que desde Loterías y Apuestas del Estado no estén dispuestos a hacer lo necesario para que participemos en los sorteos. En el anuncio del año pasado (recordad, Manolo y Antonio…) y en gran parte de la publicidad de sorteos el truco es bastante sencillo: meter en la ecuación de la utilidad subjetiva un factor nuevo: el arrepentimiento anticipado (en inglés, anticipated regret) por no haber jugado.
Hagamos un cálculo sencillo asumiendo que la lotería sólo diera el Gordo (lo que no es cierto; la lotería revierte en premios el 70% de lo jugado). ¿Cuál es la utilidad de jugar? Lo que has invertido (-20€) más .00001 x 400.000€ (la probabilidad de ganar por la magnitud del premio. Eso daría -16€. En realidad, sin embargo, la probabilidad la sobreestimamos (porque es muy extrema) y el premio no implica una mera utilidad linealmente relacionada con la magnitud monetaria, sino mucho más: cambiar totalmente de vida y librarte de la mayoría de tus problemas. Todo eso empuja esos -16€ considerablemente al alza. A eso se añaden otras fuentes de reforzamiento: el bienestar de compartir el décimo entre familia y amigos, o el placer que proporcionan la incertidumbre y la anticipación.
¿Y cuál es la utilidad subjetiva de no jugar? Sencillo, Cero. ¿Cero? ¿De veras? Bueno… Cero, más .00001 x las consecuencias negativas de que todos tus amigos y familiares ganen 400.000€ y la cara de tonto que se te quedaría. Subjetivamente, no es cero. La utilidad subjetiva de no jugar es negativa, tanto más negativa cuando mayor sea la aversividad percibida del arrepentimiento anticipado.
Fijémonos, de nuevo llegamos a la paradoja del seguro, ¿cuánto estamos dispuestos a pagar por asegurar que no nos ocurra algo terrible? Bueno, si nos anticipan esa consecuencia negativa (no haber ganado cuando todos a tu alrededor lo han hecho) y los hacen “imaginable”, la aversividad de no ganar se incrementa significativamente. De nuevo, a ello se añaden los castigos asociados a no jugar, fundamentalmente la gota malaya que supone soportar lo pesada que se pone la gente por estas fechas.
En resumen, el truco es un viejo conocido de los economistas conductuales, pero no por viejo es menos efectivo. A los que no jugamos nos quedará siempre el orgullo friki de creernos más listos que nadie (¡como si no nos engañaran nunca!). Eso sí, como le toque a mi cuñado, más me valdrá pensar que el dinero de la lotería sirve para hacer escuelas y hospitales.
P.D. Intencionadamente, no me he mojado. ¿Jugar a la lotería es irracional? Bueno, yo llevo años sin jugar ni una quiniela, pero soy psicólogo, y el debate de la racionalidad está fuera de mi ámbito. Si jugar es racional no es una pregunta psicológica, sino una pregunta filosófica. No deberíamos utilizar la Psicología para apuntalar la ideología que uno ya trae puesta.
Para saber más sobre nuestra investigación:
Navas, J. F., & Perales, J. C. (2014). Comprensión y tratamiento del juego patológico: aportaciones desde la Neurociencia del Aprendizaje. Clínica y Salud, 25(3), 157-166.
[Este post fue originalmente publicado en Conductual.es y ahora se presenta aquí ampliado y corregido]
radioafónico dice
Hola, muy buen artículo y enfocado de manera original, me gusta leer todos los artículos sobre la lotería que vayan más allá de hacer publicidad de la lotería sacando a ese 0.000001% que descorcha champán (y que en poco tiempo habrá perdido todo lo ganado e incluso tendrá nuevas deudas). Me gustaría saber más sobre lo siguiente:
«En el caso del juego patológico, eso lleva a que para muchas modalidades de juego, la mayor parte del beneficio provenga de esquilmar a adictos. O lo que es lo mismo, ciertas modalidades de juego necesitan al jugador patológico para ser rentables.»
¿En qué se basa para afirmar que ciertas modalidades de juego necesiten al ludópata, y cuáles serían esas modalidades?
José César Perales dice
Muchas gracias.
Es una muy buena pregunta, y no es fácil tener datos al respecto. Como comprenderás, la industria tiene motivos poderosos para no revelar sus datos sobre beneficios, pero algunas excepciones puedes encontrarlas citadas en este artículo del WSJ:
http://www.wsj.com/articles/SB10001424052702304626104579123383535635644
El dato más importante es (en el ejemplo descrito en el artículo) que el 2’8% de jugadores que más deudas acumula a lo largo de un año, aporta el 50% de los beneficios. Por cada «gran ganador» hay 31 «grandes perdedores». Y, por otra parte, el perfil de juego de los grandes perdedores se corresponde bastante bien con el del jugador patológico (un perfil que en el campo se denomina «lose chaser» o «buscador de pérdidas»).
Respecto de la segunda parte de tu pregunta, tanto los juegos de casino (incluyendo aquí el poker), como las tragaperras tienen un alto potencial adictivo, aunque parecen afectar a perfiles distintos. Las tragaperras parecen enganchar a gente de más edad y un perfil educativo algo más bajo y los juegos más «excitantes» y con alguna percepción de habilidad a gente más joven y mayor nivel educativo.
Un saludo,
José C. Perales
radioafónico dice
Gracias por la respuesta, en mi caso he sido jugador de poker, me considero bien formado para ello y hoy prácticamente no juego pues no encontraba posibilidades de ganar. No perder dinero era de los pocos criterios que separaban mi actividad de la ludopatía. Creo que jugar al poker podría llegar ser una práctica sana y con una consideración similar a la del ajedrez en el futuro (aunque para ello tendrán que dejar de ser los jugadores los que apuesten su dinero y tendrán que aparecer los patrocinadores, igual que en cualquier evento deportivo), a partir de una mejor formación estadística y psicológica. Por todo esto no me gusta cada vez que veo hablar del juego como si todo fuera lo mismo y como si todas las personas que apuestan dinero estuvieran abocadas al fracaso y al ostracismo.
Aprender a jugar a poker me ha servido para tomar conciencia sobre los procesos que llevan a la ludopatía y a tener muy pocas ganas de comprar lotería mientras sea un monopolio estatal y no meter una moneda en una máquina tragaperras ni a tiros.
José C. Perales dice
De acuerdo en la mayor. El póker tiene un componente de habilidad (a diferencia de los juegos de azar llamados «no estratégicos», como las tragaperras), pero, como todos, es un juego de suma 0. El total de lo invertido se reparte entre ganancias, pérdidas y margen de la banca. Por tanto, siempre será necesario un número grande de perdedores para que haya un ganador. Esto es, el póker no se libra de la desproporción entre grandes perdedores y grandes ganadores a la que me refería en el comentario anterior.
Por tanto, el problema del póker no es el juego en sí (sus reglas o sus características intrínsecas), sino la apuesta que lleva asociada. Eso y el hecho de que las compañías de juego de azar usen modelos de éxito irreales, utilizando a los pocos ganadores como reclamo para mantener un flujo constante de perdedores.
Una última apreciación: efectivamente, los jugadores que consiguen ganar dinero en el póker tienen un patrón de juego bastante distinto del de los patológicos, pero éstos, desde dentro, no saben verlo y se tienen en su mayoría por expertos en el juego (a pesar de que la realidad les demuestre repetidamente lo contrario). Por ello que se ha generalizado la falacia de que «hay que invertir (perder) dinero para acabar ganándolo». Creo que estarás de acuerdo conmigo en que esa falacia es interesada y particularmente perniciosa.
Jeannette dice
http://www.usoderazon.com/conten/arca/ARCAPDFCOMPLETO.pdf
Aquí tienen explicados los tipos de Falacias, y la del jugador en la página 57. Espero les sirva de ayuda. Saludos
José C. Perales dice
Gracias Jeannette. La falacia del jugador es un clásico de la investigación en juego patológico, pero no cumple un papel particularmente significativo en la lotería (al menos no tanto como en otros juegos en los que el resultado de la apuesta es más inmediato). En la lotería es más frecuente la ilusión de control, debida a la creencia bastante generalizada en amuletos, rituales, números de la suerte, etc.
Pepe dice
Solo comentar que al final del artículo el autor dice que no juega a la quiniela y me gustaría dejar constancia que aunque sea un juego de la LAE como las loterías y por lo tanto un timo en el sentido que nos limpian el 20% de los beneficios (además del % de la recaudación que se llevan), las quinielas no son una lotería timo sinó un juego de apuestas.
En la quiniela realmente apostamos nuestro dinero contra el dinero de los otros, es decir elegimos pongamos una columna determinada (1x222x11x2etc..) que tiene una probabilidad estadística «real» de salir premiada (que es difícil o fácil que ocurra en función de los partidos, equipos…) y a su vez tiene una probabilidad apostada (es decir, el nº de personas que la han jugado). Digo «real» entre comillas porque hay formas de medir la probabilidad de que salga una columna determinada de forma muy aproximada aunque no exacta obviamente (no entraré en detalles porque es farragoso y no es el objeto de este comentario).
Por lo tanto la quiniela no es una lotería, sinó un juego de apuestas en que sabe la probabilidad real de una apuesta (que es la suma, de hecho la multiplicación de las probabilidades de los 14 partidos) y su relación con la probabilidad apostada tiene una ventaja estadísticamente significativa frente a los otros jugadores. No solo eso, es que conociendo estos factores un jugador puede saber qué premios se va a llevar si su apuesta es la premiada, es decir como sé cómo juegan los demás sé lo que voy a ganar (si acierto claro) porque sé la cantidad de gente que ha jugado como yo y eso evidentemente me lleva a poder decidir qué tipo de apuesta voy a realizar si fácil, mediana, difícil o muy improbable.. El truco está en encontrar un equilibrio entre lo probable y lo beneficioso. Jugar apuestas muy difíciles estadísticamente y que solo juego yo pero que no van a salir no tiene sentido, pero tampoco lo tiene jugar apuestas que juega todo el mundo porque no son rentables y que cuando me tocan se me queda la cara de tonto al tener un premio de 13 aciertos de 87 € por ejemplo
Obviamente el 95% de los jugadores desconocen estos conceptos ni los aplican a sus sistemas y caen siempre en diferentes falacias y sesgos cognitivos como sobrevalorar la posibilidad que el equipo favorito gane, descartar columnas «raras» que tengan por ejemplo muchas X seguidas, que no se repitan figuras como «1X2» muchas veces seguidas y toda una serie de creencias propias del juego (hay tantas como «sistemas» crea la gente) y otras típicas del juego como la falacia del jugador o el pensamiento mágico.
En los últimos años, gracias a las mejoras en softwares quinielísticos, foros de internet, mayor difusión de conocimiento… mucha gente se ha organizado en peñas importantes que a la larga (obviamente siempre a la larga) obtenían de forma sistémica beneficios. Esto es algo que la LAE ya detectó y poco a poco se ha ido cargando el juego en sí para hacerlo más azaroso (como poner el pleno al 15 por goles), subir el precio de la apuesta, la no publicación de los datos sobre la distribución de las apuestas jugadas y encima la puntilla del gobierno PPero liberal que le ha metido el 20% de robo a mano armada a los que ganen más de 2.500 € lo cual invalida casi cualquier sueño de ser un quinielista sistemático ya que se come la rentabilidad.
De esta forma han convertido a la quiniela en una lotería de facto y en un timo en toda regla, lo cual ha repercutido en las recaudaciones junto con la competencia del juego online. Yo por mi parte he jugado poco a la quiniela, pero como pueden deducir la he estudiado bastante en su momento y por lo menos puedo decir con la cabeza bien alta (perdonen la inmodestia, pero es así) que me salí del juego hace años con más de 10.000 € de beneficio aplicando los sistemas de las grandes peñas pero a mi pequeña escala monetaria, sin olvidar obviamente el factor suerte que me favoreció en su momento pero siempre desde un método de juego sistémico, matemático y calculado más allá de pronósticos, pálpitos y sesgos humanos inevitables. Luego está la abuelita de Albacete que echa una automática y le tocan 5 millones de euros con el pleno al 15, pero eso es en realidad lotería.
Resumiendo, la quiniela (antes que la jodieran) era como disparar con una escopeta de feria, casi todo el mundo apunta a la diana y nunca le da, pero la siguiente jornada vuelven a la caseta a disparar apuntando a la diana y vuelven a fallar. Solo los que se dieron cuenta del error en el calibraje tuvieron posibilidades de acertar en la diana.
nuevos tiempos dice
La reflexión sobre la lotería siempre despierta opiniones encontradas. No pretendo zanjar el debate, pero sí aportar desde la ciencia algunos puntos de vista interesantes.
Es un hecho que jugar a la lotería no suele ser una inversión rentable para los jugadores, aunque sí para el Estado. Entonces, ¿por qué la gente sigue jugando? Esta es una cuestión que ha intrigado a muchos, y está relacionada con otros comportamientos aparentemente irracionales, como pagar primas de seguro desproporcionadas para evitar riesgos casi inexistentes.
Se ha observado que el cambio en la percepción entre probabilidades muy bajas (como de ganar la lotería) es mucho más significativo que entre probabilidades intermedias. Esto puede estar relacionado con nuestra tendencia innata a la exploración y a la búsqueda de novedad.
Los juegos de azar explotan esta tendencia humana y nos someten a un tipo de programa de reforzamiento que nos mantiene enganchados. Aunque esta industria busca el beneficio, las loterías tienen algunas características que las distinguen. Por ejemplo, rara vez son la causa principal de la adicción al juego.
La publicidad y la manipulación sutil también juegan un papel importante en el fomento de la participación en los sorteos. ¿Cuánto estamos dispuestos a pagar para evitar el arrepentimiento de no haber jugado?
En resumen, jugar a la lotería puede parecer irracional a primera vista, pero es un comportamiento complejo arraigado en nuestra psicología y cultura. Mientras debatimos sobre su racionalidad, recordemos que el orgullo de creer que somos más listos que el resto no paga las cuentas. Al final del día, lo importante es ser consciente de nuestras decisiones y sus implicaciones.