Me adentro en aguas turbulentas.
Presumamos que sabemos qué es la ciencia, que ya es presumir. Supongamos por un momento que la ciencia es aquella actividad que se define por el uso del método científico, y que el método científico es ese conjunto de herramientas que, a partir de la observación y la experimentación, nos permite hacer alguna de las siguientes cosas: acercarnos a la verdad, descartar lo que no es verdad, generar conocimiento útil, generar conocimiento acumulable, actualizar nuestras creencias conforme a una leyes universalmente aceptables, generar modelos verosímiles del mundo, o facilitar a largo plazo la corrección de los errores individuales.
Puestos a presumir, presumamos que ciencia es también lo que hacen esos hombres y mujeres llamados científicos. Y que esos hombres y mujeres aplican estrictamente el método científico.
Y una vez que hemos presumido todo esto, veamos.
¿Qué es pseudociencia?
Dice el Diccionario de la Real Academia que pseudocientífico es falsamente científico. No ayuda mucho. La Wikipedia es un poco más específica: la pseudociencia “es aquella afirmación, creencia o práctica que es presentada incorrectamente como científica, pero que no sigue un método científico válido”. Esto está mejor, porque ya hemos aceptado que sabemos qué es el método científico. Por tanto, pseudociencia es todo aquello toma la apariencia de ciencia sin serlo.
Me voy a quedar con esta definición, que es bastante más amplia de lo que muchos tendréis en mente (reiki, homeopatía, flores de Bach, osteopatía, bioneuroemoción….). Más allá de estos ejemplos, sin embargo, hay otros caminos que llevan a prácticas que también encajan en esa definición de pseudociencia, algunos muy transitados sin despertar demasiadas sospechas, e incluso aceptados por gentes que se definen como científicas o escépticas, pero que hacen tanto daño a la ciencia y a la sociedad como los sospechosos habituales. Como no soy filósofo ni tengo intención de escribir un tratado, me ceñiré a lo conozco mejor: los que afectan o provienen de la Psicología. En cada uno de los casos, intentaré poner al menos un ejemplo de una escuela o tradición que ha recorrido ese camino.
El camino de lo que pretendió ser científico y por un tiempo fue aceptado: el Psicoanálisis
No hace falta a estas alturas que hable de los orígenes del Psicoanálisis. Lo que nos importa aquí es que, aunque nunca se esforzó realmente por aplicar algo parecido al método científico, se crio en el cultivo cultural adecuado para ser adoptado por una parte de la élite intelectual y académica de su tiempo. Nunca fue científico porque, aunque se basaba en la observación de casos, los datos siempre podían interpretarse de forma flexible, y cuando esto no era posible, simplemente se falseaban (como ahora sabemos que ocurrió con las curaciones de algunos de los casos más populares).
Enraizó y pudo considerarse ciencia en tanto que era aquello que hacían algunos científicos. También es cierto que, pese a lo que se piensa, nunca llegó a ser hegemónico en Psicología, se fracturó en numerosas escuelas enfrentadas entre ellas (lo que contribuyó a impedir que se convirtiese en normativo) y tuvo un grado de contestación considerable casi desde su nacimiento. Aun así, todavía lo encontramos en las aulas de muchas facultades y en la práctica clínica, aunque notablemente mermado y desprestigiado. Ha intentado, con éxito limitado, resurgir como neuropsicoanálisis, y algunos de sus constructos (p.ej., el inconsciente) se han intentado incorporar a otros modelos explicativos del comportamiento.
El camino de lo que podría haber sido científico pero se demostró falso: la Programación Neurolingüística (PNL)
Aunque el conjunto de conceptos de la PNL y la interrelación entre ellos es bastante confuso, y al procedimiento a través del cual se formuló el modelo que la sustenta se aleja bastante de lo que razonablemente puede considerarse propio del método científico, también es cierto que, a diferencia del Psicoanálisis, hace algunas predicciones lo suficientemente específicas para ser puestas a prueba. Por ejemplo, la distinción entre personas visuales, auditivas o cinestésicas, la idea de que se puede “reprogramar” más fácilmente a una persona si se utiliza el código representacional adecuado, o la eficacia de las intervenciones psicoterapéuticas y educativas que emanan de ella.
Ninguna de las predicciones fundamentales de la PNL ha sido corroborada, y varios grupos de trabajo independientes en los años 80 y 90 acabaron concluyendo que la PNL carecía de base empírica alguna. Como consecuencia, la investigación académica en PNL prácticamente ha desaparecido, pero su uso ha experimentado un resurgimiento de la mano del coaching, sobre todo en el mundo de las ciencias empresariales y del deporte. Ejemplos similares a la PNL son las teorías de las inteligencias múltiples o los estilos de aprendizaje, muy populares en contextos educativos.
El camino de lo que fue científico y acabó degenerando: los neuromitos
Los neuromitos son un conjunto de creencias falsas pero fuertemente arraigadas sobre el funcionamiento del cerebro. Algunos de esos mitos, sin embargo, tienen un origen legítimo. Por ejemplo, la idea de que los aprendizajes tienen un periodo crítico, fuera del cual ya no pueden adquirirse, se basan en los descubrimientos de Hubel y Wiesel sobre el desarrollo de la corteza visual en gatos; la idea de que existe un hemisferio emocional y un hemisferio racional se basa igualmente en el hecho de que algunas funciones cognitivas están lateralizadas y tienen una mayor representación en un hemisferio que el otro.
Lo que es importante reseñar aquí es que estos mitos han surgido porque ciertos hallazgos, en principio legítimos, se han divulgado mal o se han sobregeneralizado, hasta el punto de degenerar y convertirse en falsedades virales con un impacto social y educativo importante. Esa tendencia a la sobregeneralización y a inflar el impacto de hallazgos puntuales ha sido la razón principal de las fuertes críticas que actualmente está recibiendo la neuroeducación.
El camino de lo que no nació en la ciencia, pero pretendió legitimarse a través de ella: la acupuntura
Algunas de las pseudociencias más populares surgen en contextos culturales e históricos muy distintos del de la ciencia normativa, y llegan a nosotros como consecuencia de un cierto enamoramiento occidental con las culturas lejanas y ancestrales. Además de ese enamoramiento hizo falta algo más, un número suficiente de estudios científicos que avalaran la eficacia de la acupuntura, e incluso metanálisis en revistas prestigiosas que parecían confirmar que aquello no era fruto de la casualidad. El mismo camino lo han seguido otras pseudoterapias tradicionales con suerte parecida.
Si eso es así, ¿dónde está el problema? En que esos estudios resultaron ser muy poco fiables; en la medida en que se iban haciendo mejoras metodológicas el tamaño del efecto de las intervenciones se iba adelgazando, hasta desaparecer. Todos los estudios recientes de calidad, algunos con muestras de tamaño considerable, y con garantías metodológicas necesarias coinciden en la conclusión de que la eficacia de estas supuestas terapias no es superior al efecto placebo. Lo que estos casos nos hacen sospechar, sin embargo, es que los mismos problemas metodológicos también pueden estar presentes en otros estudios y meta-análisis para terapias que despiertan menos sospechas, pero cuya calidad en realidad no es mucho mejor.
El camino incierto: el mindfulness
Es muy posible que muchos de vosotros situéis el mindfulness, o la meditación, como algo totalmente pseudocientífico, sin contemplaciones. Otros lo veréis como una técnica más, de eficacia comprobada tanto en ensayos clínicos como en estudios de neuroimagen.
Mi visión es aún cauta. La cantidad de investigación sobre mindfulness en los últimos años es ingente. Parte de esa investigación sugiere que podría ser útil para ciertos usos en ciertas personas, como una técnica más dentro de un menú más amplio. Sin embargo, la calidad de esa investigación es, en promedio, bastante baja. Aparte de los problemas habituales con los grupos control, el tamaño de la muestra y las expectativas del investigador que describo más abajo, en este caso se suman varios problemas más. Primero, no es una técnica manualizada, y por tanto no hay un protocolo claro sobre cómo se hace y qué es exactamente, de modo que dos investigaciones pueden estar utilizando técnicas de mindfulness muy distintas aún usando la misma etiqueta. Segundo, los grupos experimentales suelen saber que están en un grupo de mindfulness, lo que despierta en ellos expectativas bastante altas que pueden convertirse en profecías autocumplidas. Y tercero, es inmensamente popular, lo que crea incentivos muy poderosos para corroborar su eficacia. Y con ello, este camino enlaza con el siguiente.
El camino de la ciencia cuestionable: el efecto de los ojos que te vigilan
Un grupo de incautos participantes experimentales participan en un aburrida tarea de laboratorio. Junto a ellos reposa una inocente hucha para donar unos céntimos a una ONG local. En la pared junto al participante hay un póster, no relacionado con una cosa ni con la otra, con unos ojos que parecen mirar al sujeto con severidad. Eso ocurría en una condición del experimento. En la otra, de control, el póster no estaba. Como consecuencia, las personas “vigiladas” por el póster dejaban unos céntimos en la hucha antes de salir. Los de la condición control no.
Éste es uno de muchos experimentos de priming social. Las personas expuestas a material relacionado con la ancianidad caminan más despacio. Las personas expuestas contenidos relacionados con ciertos estereotipos se comportan de acuerdo a esos estereotipos. Todos estos efectos aparecen en las más prestigiosas revistas de Psicología y saltan inmediatamente a los libros de divulgación, las entrevistas de televisión y las charlas TED.
Todos esos fenómenos eran tan llamativos que distintos grupos de investigadores se pusieron manos a la obra a intentar reproducirlos. Tras las puertas de los laboratorios, un fracaso tras otro empezaba a resultar frustrante y muy poco provechoso para las carreras de muchos jóvenes investigadores.
Poco a poco, la investigación en priming social empieza a ser sospechosa. Pero no sólo la de priming social. El primer intento de reproducir un conjunto amplio de efectos psicológicos arroja un porcentaje de éxito del 39%. E intentos similares en Economía o investigación sobre cáncer arrojan cifras parecidas. En ciencias de la nutrición el panorama parece incluso peor.
¿Y ahora cuál es el problema?
¿Qué ha pasado? Aparentemente la ciencia en las revistas más prestigiosas de varias disciplinas está repleta de falsos positivos, que surgen por la insistencia de sus descubridores en encontrar algo que les permita publicar, técnicas estadísticas imaginativas o mal utilizadas, múltiples intentos previos no publicados, una presión cada vez mayor por progresar en sus carreras.
Las llamadas prácticas de investigación cuestionables no son fraude consciente, al menos en la mayoría de los casos. Son lo que los científicos han aprendido a hacer en un entorno ultracompetitivo y centrado en la publicación de resultados estadísticamente significativos. La extensión del problema es tal que algunos autores autores estiman que más de la mitad de los resultados que se publican en la literatura científica actual son falsos. Desgraciadamente, estas prácticas afectan incluso a algo tan serio como los ensayos clínicos con nuevos fármacos, para muchos de los cuales la supuesta eficacia está probablemente exagerada. Los perjuicios y las consecuencias sociales de esta forma de hacer ciencia, hoy por hoy, son difíciles de estimar.
Donde los caminos confluyen
Si se acepta el análisis que acabo de hacer, la conclusión inevitable es que distintas formas de pseudociencia, esto es de prácticas y creencias que parecen científicas pero no lo son, o lo son solo a medias, acaban convergiendo en el discurso popular, en los medios de comunicación y, cada vez más, en las redes sociales, donde los orígenes son irreconocibles. Lo mismo compartimos la última dieta que la tesis de nuestro amigo, aún lejos de haber sido sometida a verificación y contrastación. Vendemos nuestros propios artículos como revolucionarios. Y las universidades nos pagan cursos para que nuestras publicaciones sean noticia en la prensa generalista. Nos arrojamos artículos a la cabeza en apoyo de nuestras ideas políticas y calificamos de anticientífico todo aquello que no casa con ellas.
La defensa de la ciencia es más necesaria que nunca, pero defender la ciencia va mucho más allá de denunciar a los sospechosos habituales (que también). La pseudociencia mata. Y la mala ciencia también, y es un enorme sumidero por el que se escapan cientos de millones de euros de todos nosotros en descubrimientos poco fiables e irreproducibles, a veces dañinos. El reto más importante que tiene por delante la gestión científica no es solo seguir golpeando al enemigo conocido, sino también evitar el fuego amigo, estableciendo un sistema de incentivos donde lo beneficioso para cada uno de nosotros y nosotras no sea publicar más, sino investigar mejor.
P. dice
Si el psicoanálisis como rama entera es pseudociencia, ¿cómo es posible que varias intervenciones psicoanalíticas sean tratamientos basados por la evidencia? No me lo invento: esa es la evidencia actual tanto para la división 12 de la APA (https://www.div12.org/treatment/) como para la NICE. Hay evidencia para la terapia basada en la mentalización para el trastorno límite y para la psicoterapia psicodinámica breve en depresión mayor. Y hay más: el metaanálisis de Leichsenring y Klein (2014), el de Abbas (2012) y el de Rosenbaum (2013) para psicosis.
¿No es la misma cantidad de evidencia versus la cantidad de RCT por el lado cognitivo-conductual? Sin duda. Pero usar ese argumento para convertirlo en pseudociencia no se sostiene con la introducción de tu artículo.
La CBT de Beck y Ellis empezó de la misma manera que Freud creó que el psicoanálisis: observaciones continuadas en la sala de terapia, no científicas, unidas a un discurso general más adelante, y luego apoyadas por investigación clínica. Si eso es pseudociencia, ahí van las dos juntas. La evidencia mediacional es clara: la reestructuración cognitiva no es el mecanismo de cambio en CBT.
José César Perales dice
Estimado P.,
Efectivamente, tanto NICE como APA reconocen una eficacia limitada de algunas formas de terapia psicodinámica en algunos trastornos muy concretos. Sin embargo, en algunos de esos casos, las propias recomendaciones NICE explicitan que la las intervenciones psicodinámicas no son la primera opción, y deben restringirse a aquellas situaciones en los que los pacientes rechazan la medicación y la CBT. Más específicamente, se recomienda lo siguiente: «Discuss with the person the uncertainty of the effectiveness of counselling and psychodynamic psychotherapy in treating depression» (https://www.nice.org.uk/guidance/CG123/chapter/1-Guidance#steps-2-and-3-treatment-and-referral-for-treatment).
En el caso de la TLP, la situación es incluso menos clara, porque una buena parte de la fuerza de trabajo de la APA al respecto solicitó la retirada completa de la etiqueta diagnóstica, aunque no se alcanzó acuerdo para sustituirla. Es relativamente fácil encontrar algunos artículos divulgativos de Allen Frances (quien estaba en esa fuerza de trabajo) al respecto.
Por otra parte, es importante tener en cuenta que las recomendaciones NICE y APA tienen sus limitaciones. Las más importantes son el peso de la autoridad en la toma de decisiones y la calidad limitada de la evidencia misma disponible. En mi opinión, la eficacia de la psicoterapia en general está bastante sobreestimada en ambos casos.
Por último, la madurez de la psicoterapia no puede medirse únicamente por la supuesta eficacia de la intervención, sino también por la solidez de su cuerpo teórico, la precisión y falsabilidad de sus predicciones, y el grado de integración y compatibilidad con otras disciplinas científicas. Mientras que la Psicología cognitivo-conductual ha demostrado una capacidad notable para comunicarse con la Biología, la IA y otras ramas de la ciencia, los intentos del Psicoanálisis para reivindicarse a través de su integración con otras disciplinas han tenido bastante poco éxito.
Un cordial saludo,
José C. Perales
P. dice
José, en completo de acuerdo contigo comparando la cantidad de evidencia de las psicoterapias conductuales versus las psicodinámicas. Si asumimos la posición de NICE, (1) que los RCT son el único estándar para evaluar la elección de psicoterapias, 2) que la manualización de la psicoterapia es posible, necesaria y lógica, (3) y que el modelo médico de intervención basada en la evidencia es válido para intervenciones médicas y para la psicoterapia, entonces la evidencia es fuerte para lo cognitivo conductual y leve para lo psicodinámico. Pero que conste que hay evidencia considerable para psicoterapias en plena oposición a las tesis cognitivas: por ejemplo, la terapia sistémica para la anorexia, o terapias de corte humanista como la entrevista motivacional o la terapia centrada en la emoción. Además, muchos somos críticos con usar el RCT como medidor último de eficacia: sacrifica la validez ecológica a la validez interna e implica descansar en un modelo médico que difícilmente se adapta a los problemas psicológicos.
Dices también que la madurez de cada orientación se mide por la solidez del cuerpo teórico y la compatibilidad con otras disciplinas. Y aquí entramos en terreno arenoso. Sí, lo cognitivo-conductual ha entrado en diálogo con las neurociencias y la inteligencia artificial, pero buena parte de ello es que simplemente comparten una metáfora fundacional (la mente como ordenador). Respecto a la solidez teórica, la mayoría de la terapia cognitiva original (Beck y Ellis) son ideas surgidas de la práctica clínica que, más adelante, se enlazaron con el nuevo paradigma de moda (cognitivo) de la mejor forma que pudieron. Ellis era un humanista que cambió de bando cuando el viento empezó a soplar del otro lado. Y la solidez de las tesis de Beck se cae día a día, como los factores de impacto: la necesidad de reestructuración cognitiva está cada vez más puesta en duda, tras los RCT usando la «treatment-dismantling strategy» (Longmore y Worrell, 2006) y el surgimiento de la tercera ola conductual. Mientras tanto, varias ideas psicoanalíticas son firmemente sólidas y han sido aceptadas por toda la comunidad psicológica: la teoría del apego, la importancia de la relación terapéutica, o la existencia de procesos mentales inconscientes.
Que conste que no intento poner una por encima de la otra. Soy muy crítico con el psicoanálisis ortodoxo, y con los pocos que lo siguen usando en el diván. Pero criticar a toda la rama psicoanalítica basándose en una crítica epistemológica a Freud es algo caduco: ¿quién critica al conductismo apoyado únicamente en Watson? Empezaste el artículo diciendo que la pseudociencia “es aquella afirmación, creencia o práctica que es presentada incorrectamente como científica, pero que no sigue un método científico válido”. Pero (1) tanto la psicoterapia cognitivo-conductual como la psicodinámica han sido evaluadas por RCT e ingentes cantidades de investigación empírica, indudablemente científica (Leichsenring y Klein, 2014; Abbas, Town y Driessen, 2012), y (2) ambas han propuesto teorías y conceptos aceptados por toda la comunidad (disonancia cognitiva, exposición, teoría del apego, procesos inconscientes). Y que la diferencia es que la evidencia para lo cognitivo-conductual es mucho mayor, pero en cantidad, porque no tenemos evidencia concluyente de que una psicoterapia sea superior al resto (excepto para temas muy específicos, como fobias y terapia de exposición). Me parece una base muy poco sólida para que una se considere en posesión de lo científico y la otra sea una pseudociencia. Y eso sin entrar en el debate epistemológico y ontológico, porque el argumento de los RCT como criterio clave sólo se sostiene desde una visión neopositivista de los problemas mentales (la nosología del DSM-5), un sistema que hace aguas por todos lados.
Para mí, la situación de la psicoterapia es bastante diferente. Tenemos evidencia concluyente de que varios sistemas de psicoterapia, con teorías y técnicas opuestas, son igualmente eficaces. Y no hay evidencia comparativa de que una sea superior a las otras. La conclusión obvia es que la eficacia no descansa en técnicas específicas de los más de cuatrocientos modelos existentes, sino en los factores comunes. Y que un día tendremos que afrontar que hemos estado obsesionados por décadas con la eficacia comparativa, las técnicas y el terapeuta, cuando la clave está (como los clínicos siempre han sabido) en la relación terapéutica, y esa fue la conclusión de la división 29 de la APA (Norcross, 2011).
Un saludo,
Pablo
José César Perales dice
Hola Pablo,
Perdona que te responda con brevedad, porque voy justo de tiempo 🙂
Creo que llevas razón en la mayor parte de lo que dices. Probablemente estaríamos de acuerdo en distinguir entre 1) Psicología básica/académica ortodoxa, que podría considerarse como mayoritariamente cognitivo-neurocognitivo-conductual (a muy grandes rasgos) y 2) Psicoterapia cognitivo-conductual (CBT), en un sentido mucho más restringido.
Como bien dices, las dos parten de algunas asunciones comunes, pero lo cierto es que la primera ha elaborado modelos de la psicopatología que no se han trasladado aún a la segunda. La CBT ha evolucionado poco, probablemente porque los no hemos sabido llevar los avances en psicopatología traslacional al campo de la psicología clínica. Lo «traslacional» sigue siendo una etiqueta que luce mucho en los proyectos, pero que ha tenido poco impacto en la práctica clínica cotidiana, salvo en contadas excepciones de autores que están a caballo entre la investigación y la práctica.
Yo no le tengo un particular apego a la CBT ortodoxa, sino que me sitúo teóricamente dentro del contexto más amplio de la psicología cognitiva científica. En ella, los procesos que mencionas tienen perfecta cabida (de hecho, nuestra investigación se centra en procesos motivacionales y de regulación emocional en juego patológico), y existen hipótesis y modelos muy plausibles de por qué funcionan en ocasiones ciertas intervenciones distintas a la CBT, y por qué la CBT no funciona en muchos otros casos. Es más, nosotros mismos estamos desarrollando un protocolo de intervención con entrevista motivacional (!) para jugadores jóvenes.
Respecto del valor de los RCT y las guías tipo NICE, ciertamente no dejan de ser un mal menor. Una forma de ir tirando, sabiendo de antemano que estamos matando moscas a cañonazos.
Un saludo,
—j.
José César Perales dice
PD. Tampoco me gusta demasiado la metáfora del ordenador. Ni siquiera creo que siga siendo necesaria ninguna metáfora. Los modelos conexionistas me parecen una descripción de cómo funciona el cerebro mucho más cercana a la realidad.
asddas dice
Esas psicoterapias son de corte psicoanalitico si se quiere, o toman algunos postulados psicoanaliticos pero no son lo mismo que ejercer un psicoanalisis, te lo dice un argentino que si nombras ese tipo de psicoterapias en el ambiente universitario ni las conozcan, o seguramente piensen que es una desvirtuacion, desfiguración del psicoanalisis, o aun mejor te diran que no es psicoanalisis.
Es como ensuciar el psicoanalisis para ellos.
En argentina pervive un psicoanalisis freudiano y lacaniano.
Juan Melo dice
El porcentaje de recuperados por distimia por el psicoanálisis en adultos no es ni del 1%, con trastornos reales y fuertes no sirve de nada, porque un enfermo mental no es alguien que se masturba, ni que usa el celular, ni que está triste, pero a esas cosas es a lo que mas le prestan atención y miles de personas suicidándose por trastornos incurables con los métodos inservibles que dan actualmente, el psicoanálisis es placebo y punto.
Juan Carlos dice
Buenas tardes, yo creo que con lo que afirmas del mindfulness has patinado bastante. Una cosa es decir que el mindfulness está sobrevalorado (podría estar de acuerdo), o que los resultados de los primeros estudios no son tan buenos como los más recientes (también estaría de acuerdo), pero decir o sugerir que es pseudociencia o que no tiene protocolos, es sencillamente desconocimiento. Funciona más o menos igual de bien que otras técnicas cognitivo-conductuales según el problema, y claramente mejor que la lista de espera y el placebo. Es una técnica más, útil para trabajar en grupo para quien le guste. Para quien no le guste tiene otras opciones igual de eficaces. Pero se ha estudiado la técnica, se han estudiado los resultados, se ha visto que depende de la dosis, se ha visto el papel de los mediadores, se han visto los correlatos de cambio cerebrales, coherentes en general con lo hipotetizado. En fin, que no es pseudociencia se mire por donde se mire. Eso sí, últimamente se tiende a rechazarlo mezclándolo con el término pseudociencia ¿por qué? Por intereses económicos o por posiciones ideológicas que nada tienen que ver con la ciencia (a algunos les gusta mucho la farmacología y no quieren dejar de vender fármacos, a otros les da cosa lo espiritual, otros son muy conductuales y en cuanto algo despunta les afecta a su autoestima, y otros vete a saber por qué).
Te dejo algunos meta-análisis recientes por si te pica la curiosidad y cambias de opinión:
Demarzo, M. M., Montero-Marin, J., Cuijpers, P., Zabaleta-del-Olmo, E., Mahtani, K. R., Vellinga, A., . . . García-Campayo, J. (2015). The efficacy of mindfulnessbased interventions in primary care: a meta-analytic review. The Annals of Family Medicine, 13, 573-582. http://dx.doi.org/10.1370/afm.1863 [ Links ]
Fox, K. C., Nijeboer, S., Dixon, M. L., Floman, J. L., Ellamil, M., Rumak, S. P., . . . Christoff, K. (2014). Is meditation associated with altered brain structure? A systematic review and meta-analysis of morphometric neuroimaging in meditation practitioners. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, 43, 48-73. http://dx.doi.org/10.1016/j.neubiorev.2014.03.016 [ Links ]
Goyal, M., Singh, S., Sibinga, E. M., Gould, N. F., Rowland-Seymour, A., Sharma, R., . . . Ranasinghe, P. D. (2014). Meditation programs for psychological stress and well-being: A systematic review and meta-analysis. JAMA internal medicine, 174, 357-368. http://dx.doi.org/10.1001/jamainternmed.2013.13018 [ Links ]
Grossman, P., Niemann, L., Schmidt, S. y Walach, H. (2004). Mindfulness-based stress reduction and health benefits: A meta-analysis. Journal of Psychosomatic Research, 57, 35-43. http://dx.doi.org/10.1016/S0022-3999(03)00573-7 [ Links ]
Khoury, B., Lecomte, T., Gaudiano, B. A. y Paquin, K. (2013). Mindfulness interventions for psychosis: A meta-analysis. Schizophrenia Research, 150, 176-184. http://dx.doi.org/10.1016/j.schres.2013.07.055 [ Links ]
Kuyken, W., Warren, F. C., Taylor, R. S., Whalley, B., Crane, C., Bondolfi, G., . . . Segal, Z. (2016). Efficacy of mindfulness-based cognitive therapy in prevention of depressive relapse: An individual patient data meta-analysis from randomized trials. JAMA Psychiatry, 73, 565-574. http://dx.doi.org/10.1001/jamapsychiatry.2016.0076 [ Links ]
Lauche, R., Cramer, H., Dobos, G., Langhorst, J. y Schmidt, S. (2013). A systematic review and meta-analysis of mindfulness-based stress reduction for the fibromyalgia syndrome. Journal of Psychosomatic Research, 75, 500-510. http://dx.doi.org/10.1016/j.jpsychores.2013.10.010 [ Links ]
Piet, J., Würtzen, H. y Zachariae, R. (2012). The effect of mindfulness-based therapy on symptoms of anxiety and depression in adult cancer patients and survivors: A systematic review and meta-analysis. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 80, 1007-1020. http://dx.doi.org/10.1037/a0028329 [ Links ]
Spijkerman, M. P. J., Pots, W. T. M. y Bohlmeijer, E. T. (2016). Effectiveness of online mindfulness-based interventions in improving mental health: A review and meta-analysis of randomised controlled trials. Clinical Psychology Review, 45, 102-114. http://dx.doi.org/10.1016/j.cpr.2016.03.009 [ Links ]
Strauss, C., Cavanagh, K., Oliver, A. y Pettman, D. (2014). Mindfulness-based interventions for people diagnosed with a current episode of an anxiety or depressive disorder: A meta-analysis of randomised controlled trials. PLoS One, 9(4), e96110.
Zainal, N. Z., Booth, S. y Huppert, F. A. (2013). The efficacy of mindfulness-based stress reduction on mental health of breast cancer patients: A meta-analysis. Psycho-Oncology, 22, 1457-1465. http://dx.doi.org/10.1002/pon.3171 [ Links ]
José César Perales dice
Estimado Juan Carlos,
Agradezco su opinión, pero no estoy seguro de que haya leído detenidamente lo que yo he escrito, porque dista bastante de las opiniones que me atribuye.
Por una parte, no he dicho que el mindfulness pueda ser considerado pseudocientífico, ni que no haya protocolos. Lo que no hay es unidad en esos protocolos, por lo que no se puede considerar una técnica manualizada. El grado de estandarización del mindfulness está muy lejos del de otras técnicas cognitivo-conductuales, lo que no quiere decir que no pueda homogeneizarse en el futuro.
Por otra parte, sobre los problemas metodológicos que usted da (en mi opinión, prematuramente) por superados, le recomiendo la lectura del siguiente artículo, donde algunos de los investigadores más señalados del área evalúan, de forma bastante desapasionada, las limitaciones actuales de la investigación mindfulness y las vías para superarlas en el futuro:
Van Dam, N. T., van Vugt, M. K., Vago, D. R., Schmalzl, L., Saron, C. D., Olendzki, A., … & Fox, K. C. (2018). Mind the hype: A critical evaluation and prescriptive agenda for research on mindfulness and meditation. Perspectives on Psychological Science, 13(1), 36-61.
Un saludo,
José C. Perales
Juan Melo dice
Hola, practico meditación diariamente, a mi en lo personal de algo me sirve sin embargo es pseudociencia y no sigue un método claro y es innegable porque se ve a simple vista y racionamiento, no ha patinado en nada.
Juan Carlos dice
El MBSR y el MBCT son técnicas manualizadas, de hecho lo dice el artículo que adjuntas (luego dice que hay una variedad de alternativas con menor intensidad, que se están probando, y que no se deben confundir con las primeras). El artículo destaca todo lo que se puede mejorar y complementar, que como suele suceder, siempre es mucho (con muchas cosas estoy de acuerdo, ya lo decía antes). Siempre se pueden mejorar las medidas, clarificar constructos, hacer más estudios, con seguimientos más largos, complementar con medidas objetivas… Hasta ahí, lo habitual en ciencia: debate, buscar mejorar, hilar más fino…. Pero a ninguno de los autores de este artículo se le ocurriría decir que no está seguro de si el mindfulness es pseudociencia, como tu deslizas. Si quieres apostar, les escribimos y les preguntamos qué piensan.
En resumen, te equivocas gravemente al incluirlo en el artículo. Porque la pseudociencia es el desprecio de la ciencia, el desprecio a las evidencias. Y lo que estos autores hacen es tratar de mejorar y pulir una línea de investigación ya de por sí científica. Si finalmente se llega a la conclusión de que sólo es útil para la ansiedad y la depresión (incluso si se concluye que no sirve para nada) y que todo lo demás eran falsos positivos seguirá siendo ciencia. Se dejará de recomendar y punto. Ser ciencia o pseudociencia no es una cuestión de que una teoría, o una intervención, sea válida o no (error habitual de escépticos aficionados). Muchas líneas de investigación se demuestran erróneas tras décadas de estudio y nadie llama pseudocientíficos a los que las promulgaron y estudiaron científicamente. Se trata de que se respete el método científico en el proceso de validarla y que se respeten los resultados. Que personas desde dentro del campo del mindfulness escriban un artículo así es la mejor prueba de que el área está dentro del marco científico, ¿no crees?
Por todo ello, te tengo que decir que el paternalista alegato final acerca de que la mala ciencia también mata, me suena, visto lo visto, a viga en el ojo ajeno. Aunque, pensándolo bien, algo tiene de cierto eso de que las malas prácticas pueden llegar a matar: cada vez que alguien habla del mindfulness como pseudociencia, se muere un gatito.
José César Perales dice
Estimado Juan Carlos,
Resulta un poco descorazonador que siga atribuyéndome intenciones que no he expresado. En el post no digo que el mindfulness sea pseudociencia; hablo de cautela y de incertidumbre. Cautela, sobre todo, porque los problemas metodológicos varían en intensidad a través de áreas, y en este tema en concreto los problemas son (en promedio) más severos que en otros. Y cautela también porque hay una desproporción enorme entre las propiedades que se atribuyen al mindfulness y la evidencia disponible. La popularidad no suele ayudar a la solidez de la investigación y, hoy por hoy, es virtualmente imposible separar el polvo de la paja.
Otra cuestión distinta es qué significa «manualizado». Al respecto, le copio una cita de Kabat-Zinn (quien se atribuye a sí mismo la creación del programa MBSR), en su guía curricular autorizada para MBSR de 2017 (https://www.umassmed.edu/globalassets/center-for-mindfulness/documents/mbsr-curriculum-guide-2017.pdf):
«Of course, herein lies one of the inherent dangers of publishing an “authorized curriculum guide.” Soon enough, it will be mistaken for a “manualized protocol.” Soon enough, people will become fastened to the form – bound tightly to the instrumental – because it provides a structure, a trajectory, and a map that is easily mistaken for the territory. While valuable and oftentimes comforting, this is also problematic because it is limiting.»
Podríamos seguir discutiendo sobre el asunto de la manualización, pero lo cierto es que la falta de homogeneización de los diversos protocolos y la validez de constructo que subyace a los mismos siguen siendo un problema importante a resolver.
Un cordial saludo,
José C. Perales
Patxi Sansinenea dice
Interesante artículo y valiente también. Meterse en un jardín con pocas flores…
Quizás dar por sentado que en las ciencias de la mente y la conducta, hay un único método científico, quizás, más que un error sea una ilusión. Es la psicología una disciplina científica? Quizás si, con algunas limitaciones. Tiene algo que ver la Psicoterapia con la Psicología? Que la mayoría de practicantes de la Psicoterapia son Psicólogos, que han pasado por algún tipo de estudios reglados en alguna facultad de Psicología… y quizás poco más. No se desarrollaron la «nuevas tecnologías» criticando, o atacando a los que no usaban internet.
Gracias colega
José César Perales dice
Hola Patxi,
Yo definiría la Psicología como una disciplina científica con muchos problemas, pero lo que el Proyecto Replicabilidad nos está enseñando es que quizá no mayores que los que tienen otras ciencias (incluidas algunas consideradas «ciencias naturales»). Los dos principales problemas son la calidad de la evidencia y la pobre preparación científica, si no una clara actitud anticientífica, en una parte importante de los profesionales.
Un saludo,
José C. Perales
Juan dice
Artículo interesante. Si bien la intención no es hacer un tratado filosófico, tal como se indica, como parte de mi opinión quisiera citar a un filósofo. «The events of the future cannot be inferred from those of the present. The belief in the causal nexus is a superstition». Wittgenstein.
Quizás peco de romántico e idealista, pero la frialdad y la distancia con la que se habla en ciertos artículos «cientificos» muchas veces la encontramos en el contexto terapéutico. Jugamos a ser científicos y a tener la verdad y nos situamos en esa posición de jerarquía frente a un ser humano que va a terapia a narrar su sufrimiento. No digo que todxs lxs terapeutas cognitivo conductuales sean así, pero la narrativa científica fácilmente puede colocar en ese lugar a quien cree que tiene la verdad obtenida a través de la ciencia verdadera y rigurosa. Simplemente creo que hay que tener cuidado con este discurso. Respeto la práctica cognitivo conductual así como la psicoanalítica, pero no comparto la soberbia y falsa seguridad de tener verdad en nuestras manos, y peor aun, la verdad del otro.
José César Perales dice
Hola Juan,
Las psicoterapias han seguido historias muy distintas hasta llegar a sus formulaciones actuales, más o menos encauzadas dentro del método científico. Pero, a la postre, cada intervención tiene que demostrar su eficacia. Si esa eficacia depende de características de personas o del contexto, deberá especificar cuáles son esas características y cuál ese contexto. Si no, estamos condenados a renunciar en una psicoterapia basada en la evidencia.
Lo que supondría un abuso de poder, a mi entender, es guiar a una persona a través de un proceso terapéutico utilizando herramientas cuya eficacia está basada sólo en juicios subjetivos e impresiones personales, por muy revestidos de argumentación que estén éstos.
Un cordial saludo,
—j.
Diana dice
Falta la terapia Gestalt
dierna dice
Ahora sí que la hemos liado, después de que allá por los años 60 (tengo una cierta edad) me leí de cabo a rabo las obras completas de Freud en la versión original, o sea en alemán, resulta que este buen hombre era un pseudocientífico y que su tesis acerca del dichoso subconsciente y la tremenda influencia que ejercía en nuestro comportamiento era una patraña. Pues anda que no nos han mareado poco los psicólogos, médicos y demás con la tesis esa.
Os voy a decir una cosa, no creo en las pseudociencias, pro mi fe en las ciencias que no son pseudo está también bajo mínimos. Me declaro agnóstica total en todos lodos los sentidos, el religioso, el científico y todo lo que haya.
Orman dice
Hola, sin conocer demasiado, y por pura curiosidad respecto de la psicología, si desprestigiado y en desuso ¿Porque existen postgrados y maestrías en Universidades prestigiosas en Psicoanálisis junto a otras especializaciones en Psicología?
Martín F. dice
Buenas, no soy de profesión psicólogo, más simplemente quiero hacer llegar al autor mi agradecimiento, por el placer intelectual que me produjo al leer el breve pero medular artículo. La forma respetuosa de expresarse, hace también a un buen manejo e intercambio de los asuntos «grises» e incluso de los ya posicionados con más o menos éxito, mientras descubrimos una mejor forma de acercarnos a la mayor eficacia, eficiencia y menor daño posible, con algo que supere nuestro método científico. Pero falsación y reproducibilidad creo que son 2 aliados que hasta ahora muestran el camino más honesto posible, no exento de humanos accidentes, herrores y malos usos.
Gracias por el artículo.
Agapito Reyes Jara dice
Nuestra percepción sólo abarca una parte del rompecabezas cósmico, es así como los hombres hemos caminado a través de nuestra remota historia. Nuestra ciencia moderna aún es joven y camina acompañada de pseudociencias, supersticiones, fantasías, etc. Nuestras herramientas aún son burdas para escudriñar el misterio de lo que somos los seres humanos en este universo complejo y fascinante. Y la mejor herramienta que tenemos es el debate libre, acompañados de la investigación y la experimentación. Hay que estar abiertos a todas las posibilidades. Gracias a todos por sus valiosos comentarios. No soy psicólogo soy un simple hombre estudioso de la vida y de los libros. Saludos.
Marta M. dice
Buenas tardes, profesor.
Yo no escribo como profesional, por lo que escribo desde mi ignorancia absoluta como profesional, sino como paciente, y de este punto de vista, por desgracia, algo sé.
Los pacientes, por desgracia, nos sentimos muy desorientados a la hora de elegir un tipo de terapia, y de psicolólog@, porque lo que para algunos de ell@s, el tipo de terapia o técnicas que utilizan tiene una evidencia científica totalmente demostrada, para otr@s, respecto a ese tipo de terapia, no hay estudios suficientes que demuestren su validez, etc..
Así que, de esta manera nos encontramos muchos pacientes, dando tumbos entre diferentes profesionales y buscando una opción terapéutica apropiada entre semejante confusión.
Si los psicólog@s no tienen más rigor en el uso de prácticas con una verdadera base científica, los pacientes lo pagamos en gran parte, porque no sabemos a qué puerta llamar, qué técnica es la apropiada para tratar nuestro problema con todo el coste de sufrimiento mental y esfuerzo económico que nos supone.
Después de este desahogo/queja ..(desde el mayor respeto , por supuesto), quería preguntarle sobre algunas técnicas de las que no ha hablado en su artículo, y saber cual es su opinión sobre ellas: el EMDR, la hipnosis como herramienta para apoyar la terapia, y el neurofeedback.
Muchas gracias y un saludo cordial.
Marta